FINAL DE AMÉRICA
A un año de haber llegado a Palmeiras, el lateral izquierdo nacido hace 23 años en Empalme Olmos se coronó campeón del torneo más importante del continente.
Un uruguayo iba a ser campeón de laCopa Libertadores. Podría haber sido Carlos Sánchez —aunque lesionado no pudo participar en la final— si hubiera ganado Santos. Pero el título fue para Palmeiras y Matías Viña, a sus 23 años, levantó ayer la copa más grande del continente. Y lo hizo en Maracaná, el escenario donde se jugó el partido más importante de la historia del fútbol uruguayo.
Seguramente, y a pesar de la tormenta, en Empalme Olmos los vecinos deben haber salido a la calle a festejar la Libertadores obtenida por uno de sus hijos; por ese lateral que dejó Nacional para irse a jugar a la tierra de los laterales porque Palmeiras compró el 60% de su ficha. Y que aunque la adaptación no le resultó sencilla porque al principio terminaba los partidos y los entrenamientos con los gemelos agarrotados, no tardó en convertirse en titular indiscutido y hombre clave en el Verdão. También lo fue en la Copa, por la cual anotó un golazo,el tercero frente a River Plate en la semifinal de Avellaneda.
La final fue mala, friccionada, con muchas faltas y pocas oportunidades de gol. Ambos equipos parecían mucho más preocupados por defenderse y evitar el gol que por crear y llegar al arco contrario con posibilidades de abrir el marcador.
El juego tenía pinta de irse al alargue desde el principio. Y recién se pudo definir en el minuto 100, cuando se jugaban los descuentos y parecía que la prórroga era inevitable. Pero Breno Lopes, que había ingresado desde el banco, anotó el gol para darle el segundo título de la Libertadores a Palmeiras y el primero a Matías Viña.
Salvo Lopes, que se convirtió en el héroe de Maracaná, no hubo figuras en el partido. Pero el lateral uruguayo no desentonó. Y eso que tuvo que vérselas con Marinho, la figura de Santos(fue elegido el mejor jugador de la Libertadores y se llevó el anillo)y a veces, en el segundo tiempo, con el venezolano Soteldo. Marcó cuando fue necesario: ya a los 6 minutos cometió una falta y recibió una advertencia verbal del árbitro Patricio Loustau. Salió jugando cuando pudo e intentó irse al ataque haciendo el tándem con Rony por el sector izquierdo.
Fue protagonista en algunas de las pocas jugadas importantes del partido. A los 39’ le sacó la pelota a Marinho, que se iba derecho al arco, pero terminó golpeado por otro rival y quedó sentido en el brazo. Pareció incómodo durante unos minutos, pero se recuperó. Así quedó demostrado cuando subió por su sector a toda velocidad pero Sandry lo cortó antes de que pudiera terminar la jugada.
Tuvo buenas y algunas de las otras. Al inicio del complemento quiso sacar un pelota pero no pudo darle bien y se fue al córner. A lo 57’ Loustau le mostró amarilla por una falta a Marinho. Esa falta generó un centro al que no llegó por poco Lucas Veríssimo. Fue una de las más claras de Santos, que tuvo otra a los 76’ cuando Pituca sacó un fuerte remate que rechazó el arquero Weverton al medio. La agarró otro, pero el tiro salió muy alto.
Y al final llegó el gol del Verdão y Viña celebró envuelto en la bandera uruguaya. Se abrazó con el técnico portugués Abel Ferreira y disfrutó como un niño junto a la copa con sus compañeros.
Seguramente fue el título más importante en la corta carrera del lateral, quien fue fichado por Nacional a los 17 años tras defender al Ferrocarrilero de Empalme Olmos. Pero no fue el único, porque Viña ya sabe de levantar copas.
Fue campeón Sudamericano con la selección Sub 20 de Uruguay en Ecuador en 2017.
Fue Martín Lasarte quien lo subió el primer equipo, pero fue Campeón Uruguayo en 2019 de la mano de Álvaro Gutiérrez. También ganó dos torneos Intermedios y una Supercopa Uruguaya con los albos. Y ese año fue elegido en la encuesta de El País como el mejor jugador de Uruguay.
Ya lleva ocho partidos disputados con la selección mayor y fue campeón Paulista con Palmeiras. Y ahora ganó la Libertadores. ¡Y todo con sólo 23 años!
La mujer de pelo verde que vivió el partido de rodillas
Se llama Laura Guedes y tiene 32 años. Ayer estuvo en Maracaná para alentar a Palmeiras. Pero no fue una de las 2.500 privilegiadas personas que fueron invitadas a ver la final de la Copa Libertadores por ambos clubes con la autorización de la Conmebol y del gobierno de Río de Janeiro. Entre los invitados estaba Tite, el técnico de la selección brasileña.
Laura no estuvo en la tribuna, cumplió una promesa y vio el partido arrodillada en la puerta del mítico escenario.
Fue una más de las tantas pruebas de amor de la mujer hacia el Verdão. Una historia de pasión que comenzó en 1999 cuando, con sólo 10 años, vio ganar a Palmeiras la final de la Libertadores frente a Deportivo Cali, la primera de la historia del club, y se hizo fanática aunque nadie en su familia era hincha. Aquella final se definió por penales y fue quizás eso lo que cautivó a la niña que se enamoró de Palmeiras.
Por el equipo se mudó desde el interior de Taubaté donde vivía, a la locura de la ciudad de San Pablo, con el fin de abrir una tienda de productos del club cerca del Allianz Parque.
Por Palmeiras su primer hijo lleva el nombre de Fernando en honor al exarquero del Verdão, Fernando Prass. Por Palmeiras tiene el pelo y las cejas pintadas de verde por una promesa que hizo en el 2012 en la final de la Copa Brasil.
Ayer llegó temprano al Maracaná y cuando se arrodilló en la puerta sabía que si las cosas se complicaban para su equipo adentro, seguramente se le ocurriría otra promesa para torcer la suerte. Quizás lo hizo cuando se acercaba el alargue y el gol no aparecía. O no fue necesario porque Palmeiras ganó su segunda Libertadores