PRIMERA DIVISIÓN
El entrenador que logró sostener al equipo en la división de privilegio está agradecido de los jugadores y orgulloso de los integrantes de su cuerpo técnico.
Agradecido a los jugadores, a los integrantes de su cuerpo técnico. Feliz de haber detectado que había calidad y compromiso. Ignacio Ithurralde, el entrenador de Boston River, dijo que tuvo a un grupo joven, pero muy noble, del que resalta la actitud que tuvieron cuando la pelota se empezó a poner pesada y caliente.
Quedarse en Primera “fue una odisea, un trabajo enorme”, describió antes que nada “Nacho” para luego señalar que se consiguió gracias “al compromiso enorme de los jugadores y de todo el cuerpo técnico para superar las carencias que se tienen en un equipo chico”.
Sostuvo que es imprescindible romper “algunos esquemas que hay dentro del fútbol, porque se mueve mucho dinero como para que existan problemas en condiciones de entrenamiento. Hay cosas que tenemos que mejorarlas sí o sí porque el mundo del fútbol cambió y acá para los equipos chicos es bastante duro”.
Orgulloso del equipo técnico que tiene, porque “es para rato”, “Nacho” dijo que “están despegados, no paran de informarse y de estudiar”, no dudó en felicitar también al equipo de Álvaro Fuerte, porque hizo mucho en Progreso. “Le cambió la cara y le faltó poquito porque yo estuve a 10’ de estar en la situación que hoy se encuentran ellos”.
Por encima de todo, Ithurralde establece que su “agradecimiento es enorme para los futbolistas y ahí entra otro mundo más porque estos son equipos a los vienen futbolistas a recuperarse, porque tienen muy buena calidad, son muy buenos jugadores pero por hache o por be no pudieron defender a los equipos en los que se iniciaron, porque casi todos tuvieron formativas en Nacional, Peñarol, Defensor Sporting, Cerro y no explotaron en ese momento. Hoy el descubrir por qué no explotaron me apasiona, porque te das cuenta las carencias que tienen y me gusta ese rol. Tienen unas condiciones bárbaras, tuvimos un grupo muy joven, muy noble, pero con muchas cosas para aprender de cómo se vive en el fútbol profesional”.
Después de recordar que luego del retiro tuvo un par de años bastantes complicados por lo que implicó el retiro, “la cabeza y el balance de la carrera fue turbulento”, está seguro que al final le permitió “ver un montón de cosas, bajar a tierra un montón de cosas que hoy son el sostén de lo que es la conducción y el modelo de conducción, que es aplicarse a trabajar y a lo que implica ser jugador de fútbol. Hoy en día hay una competencia muy grande, todos tienen acceso a las preparaciones y al conocimiento, entonces lo que termina primando es la calidad del jugador, la calidad de ejecución, la calidad humana y ese fue el gran trabajo que hicimos. Y por suerte, aunque no creo mucho en eso porque sé que fue un trabajo enorme, se pudo consolidar con la permanencia en Primera y recién ahí quizás tenés un poquito más de crédito para exigir determinadas condiciones básicas para el desarrollo de una institución”.
Su mensaje a los futbolistas fue siempre claro. “Cuando llegué rápidamente detecté que el equipo estaba preparado para jugar bien y para plantear partidos de igual a igual. Me generó una expectativa, que más allá de que no logramos ganar dos o tres partidos seguidos, veía un rendimiento que me daba para interpretar que ajustando dos o tres piolas estábamos para pelear un lugar en Copas. Y esto mismo se lo transmití a los jugadores. Obviamente que después la pelota comenzó a estar cada vez más pesada, cada vez más caliente, y ahí es donde destacó la actitud de los jugadores. Siempre con una convicción y un plan estratégico para cada partido y los jugadores se aplicaron a muerte a ese plan y eso es lo que me lleva a pasar raya y decir que por eso nos salvamos”.