AURINEGROS

Torneo Apertura o Copa Libertadores. Ese es el dilema que debe resolver Peñarol en los próximos días. Eso se traduce también en una cuestión de mirada a corto o largo plazo, que a su vez tiene dos aristas: la económica y la deportiva.

Parece todo demasiado intrincado, pero no lo es tanto. Empecemos por explicar que Mauricio Larriera, técnico de Peñarol, tenía en mente poner un equipo alternativo en el duelo ante Cerrito con el objetivo de rotar, ya que estaba previsto que el aurinegro volviera a jugar el martes por la décima fecha. El viernes, cuando se decidió que la próxima etapa será dentro de una semana para los aurinegros, cambió de pensamiento y utilizó su máximo poderío. Esta es una señal de que el plantel está sufriendo el (lógico) desgaste de jugar cada pocas horas.

En este contexto, clasificar a los octavos de final de la Copa Libertadores (algo que Peñarol no consigue desde 2011, cuando llegó hasta la final) tiene su gran importancia por el premio económico (US$ 1.050.000) y también por la importancia de llegar a la fase final del torneo continental. Por lo tanto, priorizarla y cuidar a los titulares para este certamen sería lógico. Pero también está la pata local.

El Apertura está perdido para Peñarol en un 95%. Precisa un milagro para poder ganarlo, pero está en juego la Tabla Anual, que puede ser el salvavidas al final de la temporada. Todavía queda el Intermedio y el Clausura, es decir muchísimo camino por recorrer. Por lo tanto, el conjunto aurinegro jugará de aquí en más el torneo de entrecasa por perder la menor cantidad de unidades posibles.

No obstante, puede haber un camino del medio: resignar definitivamente el Apertura, poner un equipo alternativo, apostar a estar en octavos de la Copa Libertadores y jugarse todos los boletos locales al Clausura. Eso sí: sería un riesgo muy grande, porque podría quedarse sin nada.