GRUPO C
Volvió a jugar luego de 234 días y anotó un golazo para sellar el triunfo 3-0 sobre Colo Colo que mantiene vivo al aurinegro en la Copa Libertadores.
Nueve minutos. Eso fue lo que demoró Jonathan Urretaviscaya en demostrar el salto de calidad que significa para este Peñarol. Luego de siete meses y tres semanas interminables de recuperación desde que el 8 de febrero sufrió la rotura de ligamentos cruzados, volvió a calzarse la camiseta aurinegra y metió un golazo de esos que se gritan hasta que no quede ni un hilo de voz o que se aplaude hasta que las manos ardan.
Muchas cosas deben haber pasado por la mente del delantero, porque sólo él sabe los sacrificios que hizo, que seguramente fueron muchos más que haber rescindido el contrato con Rayados de Monterrey para firmar uno nuevo con Peñarol y poder estar en la noche en la que el aurinegro revivió.
Qué habrá pasado también por la cabeza de Diego Forlán, que fue quien pidió su contratación porque sería el jugador desnivelante de su primera experiencia como técnico y no pudo disfrutarlo. Si “Urreta” fue capaz de demostrar su calidad en solo nueve minutos luego de 234 días parado, ¿cuánto le hubiera dado al Peñarol de Forlán? Quedará como una incógnita eterna porque la dirigencia aurinegra perdió el partido de la paciencia con el novel entrenador y lo cesó sin darle la posibilidad de utilizar el arma letal que había traído.
Seguramente, Peñarol hubiera sido otro desde el inicio de la temporada con Urretaviscaya de un lado y el joven Facundo Pellistri del otro, quien —vaya paradoja—, en la noche del retorno del “Rayo”, puede haber disputado su último partido como aurinegro antes de marcharse al Olympique Lyon a cambio de 5 millones de euros por el 60% de la ficha. Los dos cohetes que Forlán tenía en mente activar para marcar la diferencia apenas pudieron jugar unos pocos minutos juntos en forma oficial.
Y ahora el que se apresta a sufrir es Mario Saralegui, quien tendrá a “Urreta” pero no a Pellistri para ir por la segunda parte del Uruguayo y, por qué no, por seguir en la Copa Libertadores, porque el triunfo 3-0 de anoche sobre Colo Colo dejó a Peñarol dependiendo de sí mismo para la última fecha.
Además de los tres puntos y el regreso de Urretaviscaya, Peñarol se quedó con la buena sensación de haber jugado su mejor partido desde la llegada de Saralegui. Si no fuera porque el maldito COVID-19 echó momentáneamente al público de las tribunas, que le hubiera dado el marco adecuado al partido, habría sido una noche perfecta de Copa.