OBITUARIO
Frontal y directo, Martínez fue un técnico que rechazó la transformación del fútbol uruguayo, porque consideraba que se perdía identidad.
Fiel a un estilo. Apegado a la identidad del futbolista uruguayo, Rosario Martínez defendió hasta el último día su idea de no abandonar el modelo de juego que le permitió al fútbol uruguayo trascender mundialmente. La defensa de su juego de contención, seguridad en el bloque defensivo y velocidad para contragolpear muchas veces la defendió de forma aguda hasta en las redes sociales.
Batallador y directo, Rosario supo recurrir a Twitter para escribir conceptos como “¿Qué pasó? No funcionó la posesión más posición? Ja ja. Yo sigo siendo muy uruguayo!!!”. De esa manera apuntó a la eliminación de un equipo uruguayo que procuró avanzar en un torneo continental en base a un juego de mayor control del balón, pero no le funcionó.
Para Rosario dejarse llevar por la onda de “fútbol moderno” era transformar al fútbol uruguayo en un fútbol "más blandito", menos aguerrido y de esa manera se dejaban de lado los aspectos que habían permitido conseguir títulos. Muchas veces pidió a sus colegas entrenadores y a los periodistas que se preguntaran qué cosas habían sucedido para que los equipos uruguayos hubiesen perdido terreno frente a otros o para que conjuntos de otros países, que antes estaban muy atrás se habían pegado a los nuestros.
El técnico que supo ser muy frontal, tuvo enfrentamientos importantes con la hinchada de Nacional. El más importante finalizó incluso con su detención por parte de la Policía. Ocurrió en 2016, cuando arribó al Parque Central. El entrenador, después de bajarse del ómnibus al que le habían demorado la llegada al escenario y tras insultar a un oficial fue esposado, detenido y trasladado a la Comisaria Novena ubicada en el Estadio Centenario. Luego fue liberado y retornó al estadio.
Aunque nunca entendió porque el hincha de Nacional no lo quería, lo que terminó influyendo para que confesara que nunca lo dirigiría. Rosario supo decir “Yo ya trabajé en Nacional y cada vez que dirijo a cualquier equipo contra Nacional los hinchas me insultan permanentemente. Y yo no les hice nada. Trabajé lo más dignamente posible para el club con Roberto Fleitas. La gente de Nacional no me quiere y tengo derecho a ser recíproco. Si ellos no me quieren a mí, ¿por qué no puedo no quererlos yo a ellos?”.
Quizás por esa razón, en algún momento de la etapa en la que le tocó estar sin trabajo, la última fue en Rampla en 2019.