UN ROMANCE CRUZADO
Su arranque en Primera División no le fue fácil, pero su "chip" ganador y algunos consejos lo ayudaron a mejorar con el tiempo.
Dieciséis años para atrás Luis Suárez no era Luis Suárez. Tenía el mismo nombre sí, usaba casi siempre la número 9, pero no contaba con el peso ni la espalda futbolística que hoy, a los 35 años, lo convierten en uno de los mejores jugadores uruguayos de la historia.
Dieciséis años después, Suárez está libre y su vuelta a Nacional se volvió a reflotar. El presidente del club, José Fuentes, dejó abierta la posibilidad luego de que el futbolista descartara ir a River y se mostrara dolido con la dirigencia tricolor.
Habilidoso, pícaro, más potente que veloz, y siempre con el arco entre ceja y ceja, así es como recuerdan sus inicios quienes alguna vez compartieron vestuario con aquel chiquilín de 18 años.
Era un Suárez muy similar al que conocemos hoy: sensible, competitivo y ambicioso. Pero con una diferencia abismal en su madurez y, aún, con un sueño por cumplir.
El salteño había desembarcado en Montevideo para jugar al baby fútbol en Nacional de AUFI. Allí coincidió con una generación que, años más tarde, sería múltiple campeona en divisiones juveniles.
Mathías Cardacio, su amigo hasta hoy, fue uno de los primeros con los que compartió más tiempo de chico. Juntos, se iban caminando hasta la zona del Antel Arena -antes Cilindro- para practicar penales y tiros libres una hora y media antes de que empezaran las prácticas.
"Elegíamos un equipo del medio local, nos elegíamos a un jugador de cada equipo y nos pateábamos cinco penales a ver quién ganaba. El ganador seguía jugando con su equipo y el otro cambiaba, y así vivíamos. Estábamos locos, pero nos encantaba", recordó a Ovación el volante que quedó libre de Defensor Sporting.
Suárez en Nacional
El salteño jugó 35 partidos en el club que lo formó y convirtió un total de 12 goles entre los años 2005 y 2006.
"Nos criamos con el chip de querer ganar todo el tiempo y quedó para siempre. Él lo pudo conservar en el tiempo en la élite. Creo que Luis llegó a ser el mejor 9 del mundo en muchos de los pasajes de su carrera, y esa es una virtud que hay que subrayar", explicó.
Parte de esas historias son las que hacen que hoy, a sus 35 años, Cardacio se siga riendo como un niño cada vez que las recuerda: "Luis tenía algo especial con el gol. Era un definidor nato. Me acuerdo que una vez le ganamos 21 a 0 a Huracán de Paso de la Arena e hizo como nueve, diez goles".
Suárez debutó el 3 de mayo de 2005 ante Junior de Barranquilla por Copa Libertadores. Cardacio fue uno de los tantos futbolistas de aquella generación que lo siguieron por televisión, porque el pícaro delantero se les había adelantado.
Pero no le fue fácil afianzarse. Si bien los técnicos veían en él un talento especial, muchas veces le tocó ser suplente de Bruno Fornaroli o Martín Cauteruccio en juveniles. Cuando ascendió a Primera, la exigencia de los hinchas, la presión por los goles que erraba y su inexperiencia lo hicieron irse de algunos partidos con lágrimas en los ojos.
“La gente siempre espera lo máximo todo el tiempo y es imposible. Esa etapa de él en Primera fue fugaz, rápida. Quizás no fue tan goleador como lo ha sido después, pero era un chico, que recién hacía sus primeras armas en el club y creo que, a su manera, también rindió”, añadió Cardacio.
A Suárez "le costó entender los silbidos"
Como un referente del plantel en ese momento, Diego Jaume fue uno de los que tomó la posta para ayudarlo. Con sus consejos, buscó que se quitara las presiones de encima: "Había que hablarle, pero enseguida él levantaba. Creo que a todo el mundo cuando está aprendiendo le cuesta si lo silban o lo critican. Me acuerdo que cuando recién inició entraba y erraba muchos goles. Había mucha competencia y creo que la impaciencia de la hinchada de Nacional se notaba mucho en el Parque. A él le costó entender los silbidos".
También le dio consejos sobre la vida en Holanda. “Le dije: ‘Mirá, va a ser un cambio enorme en la alimentación, los holandeses son muy profesionales’. Él escuchaba mucho. Cuando volvió, me dijo: ‘Patrón, tenías razón: la alimentación cambió radicalmente’”.
“Su adaptación fue impresionante. Estaba mucho más flaco”, precisó Jaume.
Una delantera competitiva
Durante su primer semestre en la máxima división, Suárez compartió delantera con Gabriel Álvez, Sebastián Abreu, Luis Romero y Alexander Medina.
El pasaje de Suárez en Nacional también le dejó recuerdos a Martín Ligüera, alguien con el que compartió más mates que minutos en cancha. Todas las mañanas se iban juntos a practicar y así formaron un vínculo. “Al principio, subía a hacer fútbol cuando faltaba un jugador. Pasaba por casa e iba y venía conmigo. Ya se veía a un tipo que quería competir a toda costa. No tenía nada de vergüenza. Esas cosas me quedaron grabadas”, reveló el extécnico del Bolso.
"Él iba a robártela, sea quien seas. No iba con (la timidez de) que era juvenil", explicó.
Martín Lasarte fue quien le dio la chance de debutar en Primera luego de tener una charla cara a cara con Ricardo Perdomo, su entrenador de las juveniles. Mirándolo a los ojos en dos ocasiones, el formador le repitió: “Subí a Suárez”.
Lasarte, que fue entrenador de Nacional entre 2005 y 2007, recordó que el delantero era "muy superior a cualquier chiquilín de ese momento”.
Luego, graficó sus cualidades en una anécdota: “Terminamos un entrenamiento y Luis se quedó pateando en un arco en la cancha de al lado. En ese lugar estaba Sebastián Abreu. Yo había sido compañero de él y teníamos confianza, entonces me dice: ‘Martín, el día que pongas al chiquilín, nos tenemos que buscar trabajo’”.
La diferencia entre el Suárez actual y el de 18 años
"Ha pulido algunas cosas. Siempre tiene un margen de mejora, y más por los equipos en los que ha estado él, pero sus características, su forma y esa maña que tiene para revolverse e ingeniárselas siempre es la misma que tuvo desde chiquito. Es lo que más me asombra", expresó Cardacio.
Y continuó: "Siempre tuvo esa afinidad con el gol y ya se veía que iba a ser un gran jugador. Tenía esa fuerza que lo hacía distinto y la viveza, la picardía, para estar bien posicionado y aparecer en el momento justo. Siempre se caracterizó por ser potente y creo que en Ajax y Liverpool lo pudo demostrar en su esplendor".
De la misma manera lo visualizó Jaume, que compartió vestuario con el Pistolero a los 31 años durante un año y medio: "Era un juvenil que ya destacaba en las prácticas. Siempre tuvo mucha habilidad y personalidad".
En Holanda "tuvo una adaptación impresionante. Realmente, fue impactante cómo Luis se adaptó al clima, al idioma –que es lo mas difícil– y cómo logró triunfar de esa manera", subrayó.
El delantero, que jugó 35 partidos oficiales y anotó 12 goles en Nacional, permanece libre desde el 30 de junio y aún sigue sin resolver su futuro. Fuentes le dejó las puertas abiertas y los hinchas sueñan con su regreso.