Acontecimiento
Ediciones de la Plaza acaba de publicar "Después del estreno", una voluminosa compilación de artículos del referente cultural de los últimos 60 años
Jorge Abbondanza era un placer de persona. Un hombre generoso en sus conocimientos y en el trato cotidiano. Era, además, un periodista con opinión en varias disciplinas y una prosa tan clara como para explicarnos cosas, incluso de las complicadas.
Ambas características las dejó clarísimas durante casi 60 años en las páginas de El País, donde continuó y amplió el histórico prestigio y la notoria relevancia de sus páginas culturales.
Es por eso que la edición de Después del estreno, un compilado en tres tomos de artículos periodísticos de Abbondanza, merece ser saludado como uno de los eventos culturales del año. Es la posibilidad de recuperar, en tiempos de inmediatez, una manera de pensar y una pluma de las que ya no vienen y de las que tienden a olvidarse o perderse ante tanto opinión liviana.
“Ni la profundidad de su erudición ni la prosa envolvente que se desprendían de sus textos, ocultaban la densidad crítica de los conceptos vertidos”, dice Oscar Larroca, el compilador del libro editado por Ediciones de la Plaza.
Después del estreno es “una selección de textos críticos publicados entres 1965 y 2014” y cada uno de los tres volúmenes abarca alguno de los tantos intereses de Abbondanza: el primero está dedicado al cine y las artes visuales, el segundo, a otras áreas críticas, política y medioambiente y el tercero a artes, cultura, patrimonio, historia y teatro. En todas esas áreas tenía opinión formada y sustentada.
Cada uno de los libros, además, incluye textos introductorios de gente como el expresidente Julio María Sanguinetti, la subsecretaria de Educación y Cultura, Ana Ribeiro; su compinche del arte y la vida, Enrique Silveira y amigos y colegas como Luis Brandoni, Mario Morgan, Henry Segura y Guillermo Zapiola.
“Un hombre de memoria prodigiosa, un nostálgico de una época que veía evaporarse, un seductor refinado”, dice Larroca sobre Abbondanza. “Es muy difícil hablar de él sin esquivar estos y otros adjetivos”.
A Larroca lo invitó al proyecto Silveira con una “primera y obvia condición”: no reiterar los textos que seleccionó el propio Abbondanza para El gran desfile, la otra recopilación de sus artículos publicada en 1996 también por Ediciones de la Plaza. Después del estreno recoge un poco más de la décima parte de lo mucho que publicó principalmente en El País pero también en Arte & Diseño, Cinemateca Revista y “boletines, revistas culturales, prólogos para catálogos y libros de arte”, cuenta el compilador. Falta un montón por descubrir.
Se incluyen, además, fotografías, una cronología y documentos.
La colección funciona, también, como un mapa de la sensibilidad del Uruguay de su tiempo. Le tocaron épocas duras, está claro, pero sus textos de esos tiempos pueden ser vistos como una forma de la resistencia cultural. Siempre supo que aportar una mirada propia hacia una película, un libro, una puesta teatral, sí, pero también hacia un hecho histórico, una coyuntura política, un patrimonio olvidado, era una trinchera que no se podía abandonar.
Desde allí también puede ser vista su obra como ceramista (hecha en parcería con Silveira), de una sensibilidad que encerraba humanismo y libertad.
“No tardó mucho en convertirse en una referencia ineludible bajo su doble condición de crítico y artista visual”, dice Larroca. “Logró que los hacedores culturales y los lectores estuvieran pendientes de sus valoraciones, las que podían determinar el éxito de una obra o abrir fermentales polémicas. Artistas y espectadores le debemos por igual la oportunidad de haber ido un poco ‘más allá’ en nuestros gustos y convicciones estéticas”.
Así, aún hoy, uno se siente obligado a ver qué pensaba Abbondanza de algunos de los hechos que acompañaron a este país en los últimos 60 años. Lo que se encuentra es una visión general muy propia de su tiempo. Las cosas han cambiado mucho pero muchos de esos cambios están reflejados en estos textos con la misma combinación de esperanza, desazón y nostalgia que sentimos todos los que fuimos sus contemporáneos.
Después del estreno es, así, una contraseña generacional.