Ricardo Montaner con El País: "Las grandes experiencias de mi vida las recojo en Uruguay"

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Ricardo Montaner. Foto: Difusión

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El cantante estará el 21 de abril en el Antel Arena, y antes habla del disco de tangos que prepara, el ser abuelo y de cómo un show en Montevideo le cambió la vida

Ricardo Montaner. Foto: Difusión

Ricardo Montaner está en la cumbre. Ya publicó “Tan enamorados”, “En el último lugar del mundo”, “Será” y hasta algún clásico movido como “Vamos pa’ la conga”. Sus lanzamientos discográficos conquistan América Latina, lo reconocen en el Festival de Viña del Mar y llena cada lugar donde toca. Son los comienzos de los noventa y está a punto de arrasar con el Estadio Centenario y las miles de personas que agotaron las entradas para verlo en su mejor momento. Es su propia cima del cielo artística, profesional: el ego nunca había estado tan hinchado.

Sin embargo, por encima de la multitud y de las ovaciones, estará el vacío. Montaner lo entenderá cuando llegue al hotel después del concierto y se dé cuenta de que está sintiendo la soledad más grande de toda su vida.

“Y cuando regresé a Venezuela, regresaba con el ego a mil, pero por otro lado el vacío y el peso como que infinito, ¿sabes? Que no me dejaba ni caminar. Y conocí la fe al momento en que me entregué, llegando de Montevideo, en la alfombra de mi casa, de mi sala, arrodillado frente a la chimenea, pidiéndole a mi mujer que por favor me ayudara a reconocer a Cristo como mi salvador. Eso me sucedió a partir de un momento tan fuerte que cualquier otro artista, quizás acostumbrado a esas cosas, no valora. Pero ese día para mí fue muy fuerte”, dice en charla con El País.

El relato, al que esta vez le omite su visita al Hospital Pereira Rossell y su acercamiento a un niño, Mauricio, que determinó el nombre de su hijo por venir (o sea Mau, el del dúo pop Mau y Ricky), viene a cuento de una nueva llegada a Uruguay. Montaner se presentará en el Antel Arena este 21 de abril, con nueva música; entradas en Tickantel.

“Las grandes experiencias de mi vida”, asegura, “las recojo en Uruguay”. Son las 10.15 en Miami, pero sobre esas historias ocurridas en esta tierra dice que hablaría hasta mediodía.

Montaner atiende a El País justo en medio de lo que reconoce como “días moviditos”. Fueron horas y horas de rumores en torno a la llegada de Índigo, primer bebé de su hija Evaluna y de Camilo, y cuyo nacimiento finalmente fue confirmado ayer. Las indicaciones para la entrevista son claras: hay que evitar las referencias al asunto, aún cuando el cantante admite ser probablemente el abuelo “más bonito y besucón”.

FAMILIA

Nació Índigo y Montaner cuenta de su abuelazgo

Tras días de especulaciones y movimientos, ayer se anunció que nació Índigo, primer bebé de Evaluna y Camilo. El colombiano reveló que es “una niña feliz y curiosa”, y detalló que el parto fue realizado en la casa. “Dios estuvo presente en cada segundo del parto en nuestro hogar”, expresó en un posteo en el que elogió a Evaluna por su valentía y fortaleza.

Días antes, en su charla con El País, Montaner habló de cómo se sentía en su rol de abuelo. “Muy probablemente soy el más bonito y el más besucón”, dijo. “Anoche me vinieron a visitar dos de mis nietos mayores, y estuve contándoles cosas de ellos cuando nacieron. Y se quedaban como extasiados oyendo al abuelo echar sus cuentos. Es algo maravilloso y es lo que más me enriquece como persona”.

Intimidades familiares al margen, la excusa para la charla es esta vuelta a Montevideo, y sobre todo el estreno de nueva música. El 24 de mayo lanzará un disco de tangos que tenía pendiente hace por lo menos 25 años, y del que ya se conoció un adelanto: una emotiva versión de “El día que me quieras”, de Gardel y Le Pera.

“Yo pienso que uno debe dejar que las cosas sucedan cuando tienen que suceder”, dice. “Quizás la tarde aquella que pasé con don Mariano Mores en su casa, cuando ya tenía esa efervescencia de querer hacer el álbum de tangos, hace por lo menos 25 años… Una tarde de empanadas maravillosas, que comíamos y comíamos; don Mariano tocándome todas esas canciones que mi mamá amaba. Porque mi primera ilusión fue que él fuera mi productor, en aquella época. Y si aquella tarde se hubiera definido eso, hubiera dado este salto prematuramente”.

Montaner entiende que hoy, “con más experiencia y conocimiento de causa”, está mejor preparado para abordar un álbum así: uno que lo lleva directo a su infancia, a su abuelo y su padre, a su Argentina natal. Un álbum de raíz, pero con sello inconfundible. Una tarea comprometedora.

“Quizás en aquella época, cuando esto se me ocurrió, cuando estás ‘pegado’ por todos lados y todo el mundo te dice que sí a todo, en esa época en que se te ocurría un helado de pistacho y aparecía el helado de pistacho, quizás en esa época no hubiera valorado tanto lo que este documento hoy significa para mí”, reflexiona.

—Y cuando te ponés a pensar en eso, el documento, ¿qué sentís que es para vos, humanamente?

—No lo he tomado como un desafío, porque el día que lo tome como un desafío dejará de ser natural para mí. Creo que este proceso tenía que suceder en algún momento; le doy gracias a Dios de que me dio salud para poderlo vivir sin urgencias, con la suficiente madurez y tranquilidad. Cada canción tiene un justificativo; he grabado 11 tracks, uno más lindo que otro. No sé si “El día que me quieras” es la mejor canción del álbum. Y creo que esto que estoy haciendo es una realización personal. Ayer lo estaba hablando con mis hijos: las cosas hay que hacerlas a tiempo. Decir “Te amo” a tiempo, abrazar a tiempo, no quedarte con pendientes… Y este es uno. Es algo que tenía pendiente y aquí está.

—Pero no es la primera vez que grabás tangos. Cuando escuchás tu versión de “Nostalgias”, del disco Las mejores canciones del mundo, ¿cómo te encontrás?

—Me llama la atención el punto de “Nostalgias”. Cuando la grabé fue precisamente asomándome a la posibilidad de que alguna vez hiciera un álbum de tangos. En aquella oportunidad hice dos versiones, una un poco más actualizada o más para acá, a dúo con Alejandro Sanz. El “Nostalgias” que acabo de grabar ahora, no sé, pero como lo tenía tan metido en mi ADN, salió muchísimo más natural que hace 20 años. Creo que te va gustar, de hecho, porque al margen de que te guste o no el tango, siento que quedó hermosa. Y que es una canción de esas que cualquiera quiere tararear. Me escucho más maduro. Cada frase que interpreté en el álbum estuvo digerida y bien plantada. Canté tangos que en mi vida me había atrevido a cantar, por ejemplo “Por una cabeza”, que es de verdad muy difícil de interpretar. Así que estoy muy feliz.

—Ya que hablamos de interpretación, hace poco interferiste en el enfrentamiento entre Residente y J Balvin, que volvió a poner sobre la mesa el tema de si es más artista el que compone que el que interpreta. ¿En algún momento te pasó factura ese debate, sentiste que tenías que demostrarle algo a alguien?

—No, porque siempre he escrito mis canciones, he podido crear yo mismo mi propio contenido. Pero también sé que nosotros los autores somos quienes vertimos nuestra materia prima en beneficio de los intérpretes, de la gente que no tiene la posibilidad de escribir. Pero eso no quiere decir que lo haga más o menos artista. Yo siento que aquí lo importante es qué pasa cuando a la gente le llega a sus oídos la canción que escucha. A la gente le da igual quién la escribió. La gente elige la voz, elige al cantante, al intérprete, y la mayoría, la señora que está cocinando en casa o la gente que está en su oficina con un fondito musical, no se preocupa por quién escribió. Y en esa discusión los conozco a los dos, y me dolía ver que a una causa tan hermosa como la música, la convirtieran en una especie de ringside. No era lógico ni justo.

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