ENTREVISTA
Presentador de noticias internacionales en "Subrayado", el periodista rochense conquistó las redes gracias a un baile. ¿Qué hay tras el fenómeno?
Caminar los pasillos de Canal 10 junto a César Sanguinetti es, por estos días, toda una experiencia. Cada persona que se cruza tiene algo para decirle: que es el hombre del momento, que siga así, que qué sensación, que para cuándo otro video. A todo, él responde con una carcajada que le sale de lo hondo del pecho y le llena la cara.
Es la carcajada del César Sanguinetti de Castillos, que también es el presentador de noticias internacionales en Subrayado, el informativo más visto de la televisión uruguaya. Y también es el que hace 10 días descolocó a espectadores y curiosos al bailar, de traje y corbata, el challenge del momento en TikTok: la coreografía de “Despechá”, el último hit viral de la española Rosalía.
Al cierre de esta nota, el video acababa de llegar a las 100 mil reproducciones en su cuenta de Instagram, que había duplicado la cantidad de seguidores y triplicado la interacción. Ahora, Sanguinetti se encuentra cada tanto navegando entre una serie de mensajes y notificaciones que le dicen cosas como esta: que sus apariciones le cambiaron el día a alguien, que su baile alivió una angustia, que su impronta renueva los noticieros.
“Me río de mí mismo y digo que hace 17 años que trabajo en Canal 10 y me hice famoso por un baile de 40 segundos. O soy muy mal periodista o soy muy buen showman”, dice César Sanguinetti y lanza una de esas carcajadas estruendosas.
Después se pone serio: “Porque yo vengo de un pueblo donde la gente se mata, y se mata mucho; el suicidio es un tema muy serio y la salud mental me parece muy importante. Y qué bueno que podamos ver que hay gente que precisa que le acerquemos un profesional, porque sola no puede. Y sacarle una sonrisa a esa gente para mí fue un montón, no es algo para lo que estaba preparado. Me emocioné muchísimo”.
En Instagram, ahora, hay una cuenta en desarrollo que se llama @fanscesarsanguinetti.uy.
En Instagram, en la previa de la Noche de la Nostalgia, se la vio a Blanca Rodríguez tras sus pasos, mientras bailaba en la misma silla donde luego daría las noticias.
En Instagram, Florencia Infante lleva hace meses el espacio “Miércoles de poesía”, en el que semana tras semana muestra a Sanguinetti mientras recita algunos versos serios.
¿Y en la vida real, qué?
“Creo que la novedad es que un tipo, presentador de noticias del noticiero más visto del país, se pone a bailar cosas de TikTok que hacen los jóvenes de 15, 18, 20. Rompe los ojos, rompe la solemnidad, porque además le di contexto: me puse el traje, la corbata, sabía que tenía que darle institucionalidad. Ahora, ¿la frontera cuál es? No sé hasta dónde jugar”, reflexiona Sanguinetti en charla con El País. “Tampoco quiero que se vuelva una adicción. Porque las redes están pensadas para eso: los ‘me gusta’ son estímulos sensoriales permanentes a tu ego, y esos estímulos pasan a ser más importantes que tu realidad. No estaba acostumbrado. Se me fue de las manos, porque no lo conozco”.
Sanguinetti conoce de otras cosas. Conoce, por ejemplo, de Castillos, ese pueblo en el filo de la alegría y el dolor, ese que cada diciembre se llena de energía y adrenalina y visitas y dinero y ruido y bullicio y vitalidad y que cada marzo, cuando los turistas dejan Rocha, tiene que “cerrar la tranquera y aguantar”.
Conoce del furor que se termina y por eso sabe que el de “Despechá”, como el de su video, se va a terminar.
Este es, digamos, su verano.
Y cuando pase, él seguirá siendo el César Sanguinetti de Castillos.
“Nada en esta vida me emociona como me emociona mi pueblo, porque le soy eterno agradecido, porque soy producto de una escuela y un liceo público, porque hice amigos que me siguen hasta hoy y son mis guardaespaldas de la vida, y ahí están mis padres que son lo que más quiero en esta vida junto a mis hijos y mi esposa, y ahí está mi abuela que la adoro, mis hermanas, mis sobrinos… Creo que el cuadro de valores que formé en la vida lo forjé ahí y lo que soy viene de ahí. El resto es cotillón”, dice. “Mis bases más sólidas pertenecen a Castillos, ¿entonces cómo no voy a definirme como castillense si mi alma está ahí? Todo lo demás son agregados. Y cuando las cosas se ponen duras me voy ahí, y es donde se me define todo. Es lo único que soy en la vida. No sé si soy periodista, presentador, no sé si soy… Pero de que soy castillense, no tengo dudas”.
En la radio, como columnista internacional y eventualmente musical en el programa Todo pasa de Océano FM que supo conducir su amigo Mariano López, Sanguinetti entendió que ese, el castillense, el divertido y el desfachatado, podía convivir perfectamente con el solemne de la televisión. Y entonces se empezó a soltar.
Ahora, esa soltura la exprime en Subrayado Tarde, la mesa de noticias que antecede a la edición central de Subrayado y en la que, con María Noel Marrone, Nano Folle y Danilo Tegaldo, da información “seria” pero también descontracturada, e introduce música y alguna tendencia.
Después, en el espacio que lidera Blanca Rodríguez, se modera y cambia el tono. “Pero me hace muy feliz saber que puedo hacer lo que me gusta de la forma que me gusta, y que el canal me respalda”, dice a propósito de su reciente viralidad. “Porque nadie vino a decirme nada”.
Si todavía tiende a la duda a la hora de definirse como periodista es porque ve, en algunos de sus compañeros, a personas que llevan la vocación en la sangre. Él, sin embargo, iba para profesor de Historia o Literatura cuando por una Copa América terminó haciendo radio en Rocha. Después estudió Comunicación, llegó al programa deportivo Punto Penal, recorrió todas las áreas de Subrayado y terminó en la sección internacional, que se liga con la historia y que le da perspectiva del mundo. Sueña, sin embargo, con hacer un late night show. “Pero es un sueño y nada más”, aclara por si acaso.
Sanguinetti ya llevaba años de trabajo y ya era padre cuando finalmente se recibió de licenciado. Esa mañana, tras defender la tesis, su festejo fue solitario en algún bar de la zona de Tres Cruces. Comió una muzzarella con aceitunas, tomó una improvisada grapa con limón, y pensó en eso que acababa de hacer por sus padres, para sus padres.
Hoy, su vida está en Montevideo pero el título, con las raíces, con todo lo demás, está en Castillos. Ahí donde va cada vez que algo le pesa. Ahí, en el único lugar que lo define.