Así es la experiencia de alojarse en Estancia Vik, una estadía distinta en José Ignacio

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Estancia Vik. Foto: Mariana Malek

Verano 2022

Ubicada a 8 kilómetros de la entrada de José Ignacio, la casa de campo de Vik Retreats es una experiencia de lujo en el campo.

No hace falta tener demasiada imaginación para darse cuenta qué fue lo que motivó a Alexander Vik y su familia a comprar tierras en José Ignacio y a desarrollar tres hoteles con diferentes perfiles. Basta tomar el camino Ingeniero Sainz Martínez, que conectaJosé Ignaciocon Estancia Vik, para apreciar la belleza de la naturaleza del entorno.

Estancia Vik es la más exclusiva de las tres propiedades –las otras dos, Playa y Bahía VIK, están sobre la costa– y, aunque la experiencia en todas es de lujo, en el caso de la estancia, esta es más personalizada. Incluso los managers de la propiedad, Sophie Caubarrere y Bautista Yelós, conocen con nombre y apellido a quienes los visitan y se acercan a conversar a lo largo del día para que todos se sientan bien recibidos.

Desde la llegada, los anfitriones y el staff están dispuestos a acercar una bicicleta, ofrecer un tour por la propiedad o informar de las diferentes actividades que se realizan a diario.

Desayuno en Estancia Vik. Foto: Mariana Malek
Desayuno en Estancia Vik. Foto: Mariana Malek

El hotel, un casco de estancia típico de estilo español, fue diseñado de forma tradicional y refinada. El edificio tiene su propia parrillada, comedor, bodega y espacios comunes. No faltan piezas artísticas como una escultura de Pablo Atchugarry, grandes amatistas uruguayas y mobiliario antiguo reciclado.

El campo y el río se abren a los pies del hotel. Algunas cuadras separan las habitaciones del arroyo y al recorrer el trayecto –en bicicleta o a pie– se ven vacas, liebres, teros y aves acuáticas, entre otros; si se mira al canal de agua dulce con atención se pueden observar peces saltando. El espectáculo es la naturaleza. Los visitantes tienen a disposición kayaks.

Se destacan las caballerizas y el campo de polo donde se realizan algunos torneos. Incluso, se dictan clases en este deporte ecuestre (ver recuadro).

La entrada de Estancia Vik. Foto: Mariana Malek
La entrada de Estancia Vik. Foto: Mariana Malek

La cena.

Los martes en la noche Estancia Vik ofrece asado. Las mesas están servidas y hay carne de vaca, cordero, achuras y vegetales a la parrilla que hacen los deleites de los comensales. Una de las mesas es larga para que los huéspedes de diferentes habitaciones pueden compartir la cena.

En ella están sentados David y su hija Daisy, que ese mismo día viajaron desde Nueva York para pasar Navidad en Uruguay; en Estados Unidos quedaron su esposa y su hijo mayor, quien está por entrar a la universidad.
David cuenta que conoció Uruguay gracias a la esposa de uno de los empleados de su compañía y desde la primera vez que vino está enamorado. “Siempre busco alguna propiedad para comprar. Creo que es un lugar hermoso para jubilarse”, confiesa el estadounidense.

Daisy, quien visita Uruguay, José Ignacio y la Estancia Vik desde que tiene memoria revela que le encanta venir cada verano a pasar las fiestas. Fue en este pedazo del mundo donde aprendió a andar a caballo y le encanta la comida uruguaya.

David está muy informado sobre los hechos del país y la región, además es un gran conocedor de la zona. Cuando viene alquila un auto y aprovecha para visitar chacras, restaurantes y hacer surf.

Al igual que la mayoría de los extranjeros que visitan la zona no comprende cómo esta joya que es José Ignacio no es tan popular entre los uruguayos. Especialmente por la fama que tiene fuera de la región.

Lauren, la estadounidense que se ocupa de las cabalgatas en Vik. Foto: Mariana Malek
Lauren, la estadounidense que se ocupa de las cabalgatas en Vik. Foto: Mariana Malek

La historia de Lauren: la chica de los caballos.

Vik tiene también caballos; decenas. Sus caballos criollos y cuarto de milla son una parte muy importante del establecimiento.

Por las noches, los equinos se sueltan para que pasten y anden a sus anchas. En las mañanas vuelven a las caballerizas. Durante las noches de luna llena se organizan cabalgatas que culminan entre asado y copas.

La encargada de las cabalgatas es Lauren, una estadounidense de 31 años de San Diego (California), quien llegó a Uruguay hace solo un mes sabiendo muy poco del país y que no habla español. Fue una conocida de su trabajo en California que le habló de este lugar del mundo. “Ella tenía contactos con VIK y me hizo el vínculo para que enviara el currículum. Al principio no tuve respuesta, pero cuando se abrieron las fronteras me ofrecieron venir a trabajar por la temporada de verano y aquí estoy”, comenta a El País con una sonrisa, mientras guía a los caballos por el campo.

Hace ya un mes que Lauren vive y trabaja en la estancia y ya tiene algunas anécdotas graciosas. Una de ellas es que una cabalgata matutina calurosa llevó a un grupo de mujeres a nadar con los caballos. Sin ningún pudor y con un estilo Lady Godiva, las mujeres se desnudaron, montaron a pelo y se metieron al agua con los animales.

Lauren cuenta que le llama la atención lo abierto que es todo en Uruguay; dice que eso es lo que más disfruta y que le sorprende como los caballos son parte del paisaje para la mayoría de los uruguayos. “En Estados Unidos quienes disfrutan de los caballos están muy enfocados en eso, pero es muy probable que la mayoría de las personas, si no está involucrada en el tema, ni siquiera haya visto uno. En Uruguay es común verlos en la ruta, me parece asombroso”, asegura.

Una de las cosas que más le sorprende es que hace frío en verano y que los uruguayos le preguntan constantemente por qué decidió venir: “Es como que les sorprende que haya decidido venir a trabajar cuatro meses, cuando, en realidad, este lugar es hermoso. La vida aquí me recuerda mucho a California, es muy relajada”, confiesa.

Cabalgata en Estancia Vik. Foto: Mariana Malek
Cabalgata en Estancia Vik. Foto: Mariana Malek

El polo, un deporte que se respira en Vik

Uno de los diferenciales de Vik son sus caballos criollos y sus cuarto de milla.

No es extraño que gran parte de los turistas que llegan al lugar lo hagan porque es una forma de hacer turismo ecuestre. Entre los visitantes ilustres que se incluyen en la lista aparece Alexander Ludwig, protagonista de Vikings, quien vino por su amor por los caballos con su familia o el mismísimo David Rockefeller a quien le organizaron una travesía con un carruaje antiguo por el campo.

El lugar cuenta couna cancha de polo privada y ofrece clases a sus pasajeros. Incluso, a sus visitantes más experientes se los invita a participar.

El propio manager del establecimiento, Bautista Yelós dicta clases y juega al polo en la pista.

Casi a diario se puede ver a los jinetes utilizando la cancha de polo y en los próximos días se disputarán varios campeonatos.

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