Cataratas: la enfermedad que todos vamos a tener y que puede terminar en ceguera

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SALUD

Visión borrosa y encandilamiento son síntomas de una enfermedad cuya prevalencia crece con la edad y de la que nadie escapa. La forma de controlarla es yendo periódicamente al oftalmólogo.

Cuando una persona comienza a experimentar visión borrosa y parece que estuviera viendo como a través de un vidrio empañado, es posible estar frente a un caso de cataratas. “Es la opacificación del cristalino, que es uno de los lentes que tiene naturalmente el ojo humano”, explicó el médico oftalmólogo cirujano Ricardo Pacheco.

Después de los 50 años comienza a subir la incidencia de esta enfermedad y luego de los 60 prácticamente todas las personas tienen un grado de opacificación del cristalino dado que es parte del proceso del envejecimiento natural de las personas.

La catarata en sí termina siendo una ceguera, pero lo importante es que se trata de una ceguera reversible mediante cirugía.

“Esta patología lo que está quitando es visión. Principalmente al paciente le baja la visión y lo otro que nota es que en la noche se encandila. Esto es porque la imagen que le queda al ojo en vez de fluir directamente hacia la retina, por un tema óptico rebota, no fluye directamente y eso provoca que el paciente se deslumbre”, detalló Pacheco a El País.

Todos estos síntomas surgen en el control oftalmológico, que es en el que se diagnostican las cataratas. “A veces los detecta el médico y otras veces es el paciente que lo sospecha”, apuntó el especialista.

De ahí la importancia de concurrir al oculista periódicamente.

“Normalmente, si un paciente es sano y mayor de edad, los controles ideales se hacen una vez al año, siempre y cuando no tenga otra patología asociada”, indicó.

No es lo mismo un paciente de 40 años, que seguramente tenga un trastorno o defecto refractivo o le está apareciendo la presbicia, que uno de 70, en el que es más frecuente que presente cataratas.

“Las cataratas evolucionan de acuerdo a la persona. Hay personas que pueden tener un nivel de ceguera en casi seis meses, como hay otras que han estado cinco o seis años en control y mantienen los niveles de una catarata incipiente, por lo tanto aún no es necesaria la cirugía”, señaló el oftalmólogo a El País.

Una catarata incipiente es cuando ya comenzaron a aparecer algunos signos de la enfermedad, pero los valores de agudeza visual del paciente no se modifican o no interfieren en su vida diaria.

Para este último caso se aconsejan controles cada seis meses.

Baja agudeza visual y sentirse encandilado

El síntoma más común percibido por el paciente es la disminución de la agudeza visual que, la mayoría de las veces, se detecta en la consulta oftalmológica, cuando el paciente concurre para cambiar sus lentes.

Otros de los síntomas más identificados por los pacientes es la alteración en la percepción de los colores (más opacos) y el deslumbramiento diurno o nocturno; este último es más mencionado por aquellas personas que conducen en la noche y creen ser encandiladas por las luces de autos o alumbrado público.

El tratamiento es la cirugía, que consiste en remover el cristalino opaco y sustituirlo por una lente intraocular que devolverá la trasparencia a los medios ópticos del ojo. Esto permitirá la recuperación de la agudeza visual.

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Dos tipos de cirugía.

¿Cuándo es el mejor momento para indicar la cirugía? “Cuando el paciente tiene una disminución de la visión a niveles que no son aceptables con el tipo de actividad que desarrolla o porque realmente está viendo muy poco, de mutuo acuerdo se coordina la cirugía”, explicó Pacheco.

Existen dos técnicas, la tradicional y la moderna. En la primera se hace una incisión bastante grande en el ojo para sacar la catarata entera, mientras que en la segunda –técnica de facoemulsificación– se realiza un pequeño orificio de unos dos milímetros.

“Un aparatito especial ingresa y lo que hace es fragmentar la catarata dentro del ojo. Como ese aparatito también tiene la función de aspiración, se aspira esa fragmentación del cristalino”, describió Pacheco sobre la técnica que la gente popularmente conoce como láser, pero no es correcto llamarla así. “Sería aplicación de ultrasonido”, corrigió el especialista.

Ambas técnicas son ambulatorias, pero en la más moderna el paciente se recupera más rápido. “En la tradicional tiene una recuperación de un mes y medio o dos, porque es una cirugía que lleva puntos de sutura, mientras que en la más nueva en 24 horas está viendo perfecto”, indicó Pacheco.

El tiempo de evolución de la catarata también es un factor importante a tener en cuenta. Cuanto más avanzada esté la catarata, más dura se pone y más difícil resulta operarla por la técnica más moderna.

“Lo que más llama la atención al paciente es que rápidamente recupera la visión y al otro día está maravillado con lo que puede ver. La recuperación es tan rápida que le permite volver a sus actividades diarias en poco tiempo”, señaló el especialista sobre una cirugía que no tiene contraindicaciones.

Destacó, además, que en cuanto a especialidad y técnicas quirúrgicas, Uruguay está al nivel de los países más desarrollados.

“Realmente no hay diferencia entre que un paciente se opere acá que si lo hace en Estados Unidos o en Europa. Por suerte tenemos toda la tecnología y tenemos todo el conocimiento”, remarcó.

Finalmente, como médico recomendó la prevención. “Lo importante es que no se pierda tiempo, que no se dejen pasar los controles oftalmológicos. Cuanto antes se detecte cualquier patología, mejor pronóstico y resultados se van a tener”, concluyó.

La pandemia retrasó diagnósticos y cirugías

Los oftalmólogos notaron que la pandemia alejó a los pacientes de los controles oculares, no solo retrasando el diagnóstico de cataratas en los uruguayos, sino dilatando por mucho tiempo su cirugía, lo que puede ser altamente perjudicial para el pronóstico de su visión.

“Como las cataratas son una enfermedad del adulto mayor y este durante la pandemia estuvo bastante cobijado y no pudo o no quiso ir a los controles por temor al contagio, se retrasó mucho el diagnóstico y hoy uno se encuentra con cataratas bastante avanzadas respecto a años anteriores”, advirtió el oftalmólogo Ricardo Pacheco.

Esto es negativo porque la cirugía con la técnica de facoemulsificación (popularmente conocida como láser aunque no es correcto) se torna más compleja. Si las cataratas no se operan a tiempo pueden endurecerse, lo que implicará más energía para romperlas y, por lo tanto, mayor presión dentro del ojo, complejizando así la cirugía.

Por eso es que los oftalmólogos recomiendan no demorar la operación en los pacientes ya diagnosticados y, fundamentalmente, concurrir a los controles oculares de rutina que fueron postergados por el covid-19, sobre todo en los mayores de 60 años.

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Hospital de Ojos de ASSE funciona desde 2007

En el sistema de Salud Pública (ASSE) es el Hospital Especializado de Ojos José Martí (Saint Bois) el que brinda toda la cobertura en oftalmología. Nació en 2007 como un centro de cirugía de cataratas y luego fue incorporando equipamiento para estudios diagnósticos y tratamientos quirúrgicos avanzados.

“Funciona muy bien, el paciente no paga absolutamente nada”, señaló el doctor Ricardo Pacheco.

Actualmente funciona el plan “Uruguay ve, la visión de un país” que busca descentralizar la atención oftalmológica y brindar una atención integral y de calidad a los pacientes residentes en el interior del país.

En tanto en mutualistas, en el tema cataratas la cobertura sin costo es para la técnica convencional, mientras que si se quiere acceder a la técnica de facoemulsificación hay que pagar aparte.

"Uruguay ve, la visión de un país"

El 7 de marzo pasado se lanzó la sede centro del Hospital Especializado de Ojos, en Durazno. Se suma a las sedes ya existentes en Artigas y Soriano (ASSE).

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