HISTORIAS
Zuzana vino de paseo a conocer a sus suegros uruguayos, pero la pandemia hizo que se quedara a vivir. Hoy en Piriápolis la conocen por hornear aquellos sabores que la trasladan a su infancia
Zuzana es checa. Alejandro es uruguayo. Hace cuatro años se conocieron cuando coincidieron en un hostel de Canadá y se enamoraron. Desde entonces, comenzaron a viajar juntos y recorrieron varias partes del mundo. Anduvieron por Alaska, visitaron el Sur de Estados Unidos, Europa, y vivieron durante un año en Australia.
En un momento, hace aproximadamente un año, hicieron sus valijas, como tantas otras veces, pero para un viaje especial: ella conocería Uruguay por primera vez y juntos visitarían a la familia de Alejandro. El viaje fue especial, pero no solamente por eso.
Todo iba como lo planearon hasta que pasaron unas semanas en Uruguay y llegó la pandemia. Desde entonces, su itinerario se quedó quieto y por el momento los viajes debieron detenerse: se quedaron en Maldonado.
“Aprendí español cuando llegué acá, porque antes en los viajes hablábamos todo el tiempo en inglés. Yo no sabía decir ni ´Hola. ¿Cómo estás?´”, dijo Zuzana a El País.
Al viajar por el mundo, ella trabajó en diferentes lugares y muchos de ellos fueron bares y cafeterías. Un poco así, comenzó a soñar con tener una cafetería y poder compartir una de sus pasiones, que es hornear. Esta checa de 27 años, contó que “nunca fue mi plan quedarme aquí en Uruguay. Nosotros pensábamos seguir viajando, pero por ahora no podemos. Entonces pensé, que si me quedaba tenía que hacer algo, tenía que trabajar, y empezamos con esto”. Así nació el emprendimiento “Una checa”.
Zuzana sostuvo que Alejandro, como buen uruguayo, hace muy buenos asados, pero no sabía mucho de pastelería. Con el tiempo, la empezó a ayudar y hoy es algo que hacen entre los dos. Primero comenzaron vendiendo boca a boca, luego se hicieron una cuenta de Instagrampara compartir “recetas de mi familia para disfrutar con tu familia”, dice. Luego, llegó “la mesita” que instalaron en la rambla de Punta Fría.
Hornean de día y venden durante de tarde, de manera que lo que ofrecen siempre es fresco. “La mesita” llena de cosas ricas, como le llama Zuzana, en época de verano se puede encontrar todos los días a partir de las 18 horas en la rambla de Punta Fría, departamento de Maldonado. Allí tiene varias delicias y la mayoría de las veces “la mesita” queda vacía en pocas horas.
Dos de las preparaciones que esta checa ha aprendido a hacer como las hacen en su tierra y que la remontan directo a su infancia son los pastelistas con crema de cogñac y la torta de miel y nueces.
La madre de Zuzana, quien está a kilómetros de distancia, sigue siendo su consejera cada vez que hay alguna duda sobre una receta. “Ella es la razón por la cual me encanta tanto quedarme en la cocina”, sostuvo la joven. Fue justamente su madre quien buscó en un cuaderno de la abuela la receta de los pastelitos y así los comenzó a hacer Zuzana en Piriápolis.
Para hacer la torta de miel y nueces, y “obtener el sabor y la estructura correcta, como las que puedes encontrar en los viejos cafés de Praga”, le llevó algo de tiempo. Detalló que es su favorita, y que se trata de una torta típica del Este de Europa. La elaboración de esta “Medovník”, como es su nombre, lleva varias horas y se caracteriza por tener numerosas capas de crema y miel, con frutos secos.
“Yo quería hacer sentir a la gente lo que sentía yo cuando iba a visitar a mi abuela y ella me esperaba con algo que había cocinado”, señaló Zuzana.
Casero, fresco, reconfortante y rico, esas son las premisas de esta checa que hoy por hoy vive en Piriápolis.
En “la mesita” también tiene algunas recetas que mezclan sus tradiciones con las uruguayas, por lo que no faltan los alfajores y las preparaciones con dulce de leche. “Muchas cosas ricas para tu mate de la tarde”, dice Zuzana.
Hay diferentes tipos de galletitas, tortas, muffins, rollos de canela . Tiene algunas opciones veganas o sin gluten.Toman pedidos con anticipación, además, de tortas enteras y hacen preparaciones para reuniones cumpleaños, así como también hornean distintos panes.
¿Qué destino les depara el futuro a esta pareja checa-uruguaya? Ya lo dirá el tiempo. Pero por ahora seguirán compartiendo las preparaciones de “la checa” en un rinconcito de Piriápolis.