Los pacientes con enfermedades renales son más vulnerables ante el nuevo coronavirus

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Riñón

SALUD

En el Día Mundial del Riñón se advierte que los enfermos renales tienen más riesgo de infectarse con COVID-19 y que la enfermedad sea más grave en ellos.

Hace un año, cuando se estaba celebrando el Día Mundial del Riñón, la COVID-19 aún no había llegado a Uruguay. Hoy, a dos días de que se cumpla un año del inicio de la pandemia en nuestro país, son varias las cosas que se saben sobre la incidencia del nuevo coronavirus en las enfermedades renales.

“Más allá del daño directo, la población con enfermedad renal es más vulnerable a la COVID-19 porque tiene más riesgo de infectarse al estar más en contacto con el sistema de salud, tiene más riesgo de desarrollar la enfermedad y que sea más grave y tiene más riesgo de morir”, planteó el doctor Ricardo Silvariño, presidente de la Sociedad Uruguaya de Nefrología.

En lo que refiere al daño directo, es decir cómo puede afectar la infección viral a los riñones, ya se cuenta con bastante información, sobre todo de los países que tuvieron un número grande de pacientes infectados.

“Se sabe que el virus SARS-CoV-2 puede generar daño renal directo, o sea que puede causar lesión a nivel renal y determinar insuficiencia renal aguda”, explicó Silvariño.

La principal función de nuestros riñones es filtrar la sangre y eliminar los desechos y el exceso de agua. También mantienen el equilibrio de nuestro cuerpo y ayudan a controlar la presión arterial y a producir hormonas. Cuando no funcionan adecuadamente, los desechos se pueden acumular y causar diversos problemas de salud.

En cuanto a la COVID, “la otra situación que se puede generar más allá del daño directo es que muchas veces la infección viral genera un estado de gravedad importante en los pacientes y en ese contexto empiezan a fallar todos los órganos. Es una situación que llamamos disfunción multiorgánica y en la que muchas veces también participa el riñón”, detalló el nefrólogo.

Cuando se menciona el mayor contacto del paciente con el sistema de salud se hace referencia a que una parte de quienes padecen enfermedades renales se encuentra en tratamiento de hemodiálisis crónica.

“Esa situación de trasladarse, muchas veces en transportes colectivos o en camionetas en las que viajan varios, hace que tengan una tasa más alta de infección por COVID que la población general porque estuvieron más expuestos al sistema de salud y a las salidas”, apuntó Silvariño.

Además se sabe que los enfermos renales que están en diálisis o que han sido trasplantados, una vez que se infectan con el SARS-CoV-2 tienen más chance de sufrir un cuadro grave.

“La infección en general es más grave y la mortalidad, sobre todo si tiene enfermedad renal avanzada, también es más alta”, indicó el especialista.

En algunos reportes, por ejemplo de la Sociedad Española de Nefrología, se encontró una tasa de mortalidad que llegó al 36%, muy por encima de la mortalidad que generó la infección en la población general.

Recomiendan vacunarse

La Sociedad Uruguaya de Nefrología, la Cátedra de Nefrología de la Udelar y el Programa de Salud Renal exhortan a la vacunación de los pacientes con enfermedades renales en todas sus etapas, incluso los trasplantados y los que toman inmunosupresores. En estos últimos dos casos solo hay que tener algunos cuidados. “No hay ninguna contraindicación en esta población para recibir ninguna de las vacunas disponibles en Uruguay”, destacó Silvariño. Los enfermos renales no se encuentran dentro del primer grupo definido por el MSP, pero sí dentro de los grupos prioritarios. La semana pasada se habilitó a las personas en diálisis y en lista de trasplantes, el resto se vacunará según su grupo etario.

Daños indirectos.

También están los llamados daños indirectos por la COVID-19. Por ejemplo, al haber menos consultas presenciales porque la gente acude menos al médico por temor al virus, los pacientes con enfermedades crónicas, como son los que padecen la enfermedad renal, evolucionen de peor manera.

“Están más expuestos a tener descompensaciones y a presentar intercurrentes (enfermedad que sobreviene durante el curso de otra y que la modifica en un grado más o menos alto) que no son atendidas por el sistema”, señaló Silvariño.

Hay que destacar, además, que la enfermedad renal crónica es una de las comorbilidades que pesa más a la hora de la hospitalización. “En general pasa que estos pacientes suman otro conjunto de enfermedades, como hipertensión, diabetes o insuficiencia cardíaca, incluso porque muchas veces esas enfermedades lo llevaron a la enfermedad renal. Por eso tienen una tasa de hospitalización mucho más alta en comparación con el resto de los pacientes”, explicó.

Si bien la presencialidad es importante para los tratamientos, la Sociedad Uruguaya de Nefrología está exhortando a que el regreso a la consulta sea gradual y escalonado. “Volver al 100% de la presencialidad puede ser riesgoso porque tienen que estar en salas de espera comunes, con otros pacientes. Como es una población con mucho riesgo de adquirir la enfermedad y de evolucionar mal, tampoco queremos generar una exposición exagerada”, alertó Silvariño.

Fomentar la educación sobre esta enfermedad

Bajo el tema “Salud renal para todos en todos lados: viviendo bien con enfermedad renal” hoy se celebra un nuevo Día Mundial del Riñón. “Se estima que el 10% de la población tiene algún tipo de enfermedad renal crónica”, señaló el nefrólogo Ricardo Silvariño. De todas formas hay que tener en cuenta que en Uruguay hay subregistro de esta patología, es decir que hay muchos pacientes con enfermedad renal crónica que no están diagnosticados. Los datos seguros que se tienen son los de pacientes en diálisis porque necesitan registrarse en el Fondo Nacional de Recursos para ser tratados. Hoy hay 3 mil pacientes en esta situación en el país. “Sabemos que hubo algunos infectados por COVID, no fue un número exagerado, y ha habido algún paciente fallecido en hemodiálisis por el virus”, informó Silvariño. En este Día Mundial del Riñón el foco está puesto en fomentar la educación sobre esta enfermedad a toda la población, ya que puede pasar desapercibida o manifestarse por síntomas variados (fatiga, calambres, alteraciones del sueño o malestar digestivo), lo que en ocasiones retrasa la consulta. El diagnóstico oportuno de la enfermedad y su causa específica permite realizar un tratamiento adecuado para enlentecer su progresión y así disminuir los síntomas y mejorar la calidad de vida de todas las personas.

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