HISTORIAS

Eduardo recuerda muy bien ver a su padre José Ángel Burghi elaborando píldoras, preparados u obleas en forma manual siendo él un niño. Así se hacía en las farmacias antes de que los laboratorios entregaran los medicamentos prontos.

Esa es parte de la historia que se fue cuando la legendaria Farmacia Roux (Soriano y Paraguay) fue vendida a la cadena Farmashop en 2021. Pero como no todo está perdido, Eduardo y su hermano José Luis encontraron la forma de darle una segunda vida a parte del mobiliario y del instrumental de la farmacia que heredaron de su padre.

Es así que el próximo jueves 17 de marzo, a las 16:30, en forma presencial y virtual parte de ese patrimonio material será rematado en Zorrilla Subastas (Soriano 990).

“En las plataformas de Zorrilla se podrá seguir la subasta desde cualquier parte del mundo y pujar cómo si se estuviera acá. Incluso ya se pueden dejar ofertas”, explicó Guillermo González, de Zorrilla Subastas, donde los casi 150 lotes están en exhibición para que se puedan ver personalmente (lunes a viernes, de 10 a 18 horas) o vía web.

Hay una gran colección de frascos de farmacia, en porcelana y vidrio soplado, con las etiquetas originales de la época; mucho del instrumental que usaban los boticarios y que estaba guardado en la trastienda de la farmacia, y varios artículos del mobiliario, entre ellos dos reliquias como la máquina registradora y la balanza para el público.

La Farmacia Roux se inauguró en 1887, pero en ese entonces se llamaba Farmacia del Mortero. El nombre Roux lo adoptó en 1916, en homenaje a Emilio Roux, uno de los colaboradores más cercanos de Louis Pasteur, cofundador del Instituto Pasteur y responsable de la producción del suero antidiftérico.

El dueño era Elías Cabiró y tenía como uno de sus empleados a José Ángel Burghi, al que le enseñó todo lo que debía saber un químico farmacéutico. Este último se terminó haciendo cargo del negocio alrededor de los años 30.

“Logró tener una muy buena clientela, le tenían mucha confianza, incluso venía gente de otros barrios de Montevideo a pedirle preparados. Antes que las mutualistas agarraran tanta fuerza, en la zona había muchas clínicas y varios médicos, casi todos eran amigos de mi padre. Muchas veces se reunían a charlar en la farmacia”, recordó Eduardo.

Incluso ya en tiempos en que los medicamentos venían de los laboratorios, Burghi seguía elaborando algunos preparados, como cremas para bebés que se transmitían de madres a hijas.

El farmacéutico falleció en 2004, a los 87 años, y sus hijos se hicieron cargo de la farmacia en la que habían empezado trabajando como mandaderos. Contaron con la ayuda de quien siempre consideraron como un hermano más, Tomás Vidal. “Ha sido una persona muy importante para la farmacia porque la quería como nosotros”, destacó Eduardo.

Los nuevos tiempos llevaron a que los Burghi resolvieran vender el negocio a Farmashop, pero contentos porque llegaron a un acuerdo para que la cadena conservara el mobiliario de roble canadiense que engalanaba la farmacia y que ahora en parte está tapado por el nuevo decorado, pero no desapareció.

“Antes de la compra llevaron a unos arquitectos que se enamoraron del mobiliario, entonces decidieron combinar los estilos”, contó Eduardo, destacando la presencia de un reloj antiguo de números romanos que aún funciona.

El resto será lo que se subaste el jueves próximo. “Sebastián Zorrilla nos dio la idea de hacer un remate porque sabemos que la gente que va valora estas cosas. Qué mejor que ellos sean los que tengan un poco de la historia de todo esto”, concluyó Eduardo, quien piensa estar en la subasta con su hermano, sea en forma presencial o virtual.