Tiska Joyas de Diseño: piezas que escapan a lo clásico destacando su valor artesanal

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Tiska Joyas de Diseño

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Mariana Schwedt se propuso crear joyas que escaparan a lo tradicional, apuntando cada vez más a diseños exclusivos. También busca desarrollar una "joyería consciente" con mucho de reciclaje.

"Me voy descubriendo”. Es el concepto que aparece una y otra vez en la charla con Mariana Schwedt (33 años). Así es como la creadora de Tiska Joyas de Diseño percibe un proceso creativo que no se detiene y que incluso hoy está buscando dar un vuelco.

Cuenta que todo empezó con una niña muy tímida que en untaller de expresión plástica encontró su lugar para expresarse.

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“Pasaban los años y seguía yendo. Me gustaba y me gustaba. En un momento me di cuenta de que era algo que tenía que formar parte de mi vida. Entonces ya era grande y en el taller eran todos más adolescentes, así que dije ‘voy a dar por terminado mi ciclo acá’”, recuerda.

Era el momento de elegir qué estudiar y fue por el camino del Diseño Industrial, carrera que cursó en el Centro de Diseño.

“Me re sirvió para el tema más de la metodología, de ver cómo organizarme en la elaboración del producto. Tomé muchas cosas del diseño, pero quería algo que implicara una impronta más personal, un trabajo más manual, más motricidad fina, cosas más chiquitas… todo eso que me hacía conectar con mi taller de expresión plástica al que fui durante más de 10 años”, señala.

La opción fue aprender joyería y se anotó en la Escuela de Artes y Artesanías Pedro Figari, sin abandonar Diseño Industrial. De esta última carrera, si bien se recibió, nunca le gustó la parte de “industrial”. “Me gusta más el objeto único o más exclusivo. Me fui descubriendo”, dice y remarca que eso fue lo que encontró en la joyería. Pero lo suyo no iba por el lado de la joyería clásica, sino que buscaba algo más personal.

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“Decidí lanzar mi propia marca. Fue mi primera entrada al mundo emprendedor”, apunta. La única experiencia con la que contaba en este sentido había sido una feria en el Parque Rodó en la que compartió stand con una amiga que hacía cosas en cuero. Todavía no se había animado a la joyería, participó con productos de papel maché.

“Fue terrible experiencia para aprender a hacer una producción más grande y pensar la artesanía para venderla, porque antes lo hacía para regalar a alguien de mi familia o quedaba en casa. Ese desapego fue un clic”, destaca.

Fue ahí que llamó a su taller Tiska Diseño Artesanal. “Cuando busqué el nombre pensé que tenía que ser algo que hiciera alusión a mí, pero que no fuera mi nombre y apellido. Me acordé que mi hermano Nicolás siempre me cambia los apodos, le encanta. De niña me decía ‘enana’ porque soy dos años más chica que él, después pasó a ‘petisa’, el ‘petisa’ se transformó en ‘petisca’ y después en ‘tisca’. Me gustó, le puse una ‘k’, era cortito y era yo; así quedó el nombre”, cuenta.

Ya convertida en Tiska Joyas de Diseño, Mariana comenzó a presentarse en ferias en salones de fiesta o en pequeños lugares. Pero como al principio le compraban los conocidos, no estaba muy segura de si su producto realmente gustaba.

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Identifica a la Feria Germina, en el INJU, como la feria que la impulsó. “Me fue súper bien, fue una inyección de motivación ver que mi producto gustaba y servía. Fue un mimo al alma, al ego… a todo”, destaca. Seguirían otras ferias, como las de Sinergia Design, en donde estuvo dos años. Lo que rescata como clave de todas ellas fue el encuentro con emprendedoras de más trayectoria. “Son las que te dicen ‘mirá, tu producto va a estar bueno para tal feria’. Así fui aprendiendo en qué feria y qué público compra mi producto, no es ‘si no vendo, no sirve’. Entonces ya sabía en qué lugares invertir y en cuáles no’, apunta.

Pero también la etapa de las ferias se agotó. “Implican una inversión de tiempo, desgaste y producción en serie que para mí había terminado. Quise darle un giro a mi marca y empezar a hacer diseños más exclusivos”, explica quien resolvió solo quedarse con Ideas+, una feria que realiza desde hace tres años y valora especialmente por la exigencia que se le pone sus expositores.

En 2020 lanzó su sitio web, que le sirvió para estar en contacto con las clientas que no tienen redes sociales. Sino se la encuentra también en Instagram.

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Otra pata fundamental para cosechar clientes es el boca a boca. Cuenta en broma que tiene muchos compradores arquitectos porque sus padres lo son y su madre se ha convertido en “mi primer volante publicitario”.

Hoy puede decir con orgullo que vive de su emprendimiento.

“Hubo una época en que no sabía si era hobby o trabajo, pero yo misma asumí que un hobby podía ser un trabajo. ¿Por qué hay que sufrir trabajando? Le agradezco a la vida porque disfruto de lo que hago. Tiene altibajos, pero la creatividad me salva porque siempre buscás cómo reinventar tu forma de ingreso”, destaca y vuelve al concepto que todo lo mueve en su vida: “Cada etapa fue muy necesaria, me llevó a descubrirme. Es un camino que fue fluyendo y es como una terapia constante también”.

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En el camino de los diseños exclusivos

“Me lancé a hacer mis propios diseños porque siempre se me ocurren ideas. Fue el camino que hice en el taller de plástica y después en la carrera de Diseño Industrial”, señala Mariana al referirse a cómo fueron surgiendo los diseños de sus joyas.

Cuenta que parte de un concepto. Por ejemplo, una vez comenzó con puntos y rayas. “Me puse a dibujar cosas que tuvieran un punto y una raya, a hacer garabatos. Vi formas que me gustaron y empecé a probar con el metal”, recuerda.

Explica que no es de diseñar por completo antes de ponerse manos a la obra, sino que el diseño muchas veces va surgiendo en el mismo proceso de elaboración. “Me gusta más ir directo al metal porque mi cabeza va cambiando y cuando lo voy armando voy viendo las proporciones, el equilibrio de las formas”, explica.

Es más de ir por las formas abstractas, geométricas o asimétricas. Lo que sale lo traslada a anillos, caravanas, colgantes, pulseras.

El color lo hace con la técnica de reconstituido de piedras. No usa piedras como tales porque, si bien le gustan, no es algo que le atraiga tanto usar en sus joyas. “Lo que hago es moler la piedra e intervengo distintas zonas de una joya. Así surge una pieza que me parece reinteresante”, acota.

Le gusta combinar texturas con colores y pone como ejemplo una pieza que es de cobre, bronce y alpaca. “Me encanta aprovechar el color que tiene mismo el material, combinarlo y generar cierto equilibrio visual, cosas más bien delicadas. Lo muy grande o llamativo no me sale hacerlo”, dice.

Confiesa que ahora está en una etapa en la que quiere darle un giro a su marca y empezar a realizar diseños más exclusivos, dentro de lo cual está contemplada su atracción por lo sustentable y el reciclaje (ver recuadro).

“Me voy descubriendo en el perfil que tengo, en lo que me va gustando. Es un proceso como más desestructurado; no tengo un método. Quizás lo tengo en la cabeza gracias a la carrera de Diseño Industrial”, apunta entre risas.

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Joyería sustentable y posibilidad de reciclaje

Para su tesis de Diseño Industrial, que hizo junto a dos compañeras que estudiaron Diseño Textil, creó un nuevo material a partir de desechos de las fábricas textiles y plástico reciclado. “Eso siempre me quedó, entonces en el proceso de producción de joyas estoy intentando sustituir todo lo que sea más contaminante. Por ejemplo, no uso más ácido sulfúrico, sino ácido cítrico que es sustentable y biodegradable”, explica.

El año pasado dictó junto a otra amiga artesana un taller sobre joyería sustentable para L’Oreal, algo que tienen la idea de repetir. “Me quedaron las ganas de hacer joyería consciente, ver en el proceso de elaboración en qué podés mejorar y ser más consciente del impacto que pueden tener tus productos”, destaca.

En esa línea podemos ubicar también a Tiska Recicla, en que ofrece a sus clientas la posibilidad de diseñar una nueva joya a partir de una “joya con historia”, como puede ser una pieza familiar o esas joyas que nos regalaron y no nos gustan mucho. “Mismo cuando hago joyas, el polvito que queda de la plata o el oro o los recortes de las piezas, lo fundo y lo vuelvo a usar; entonces no hay desperdicio de material”, comenta.

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Pieza en plata y papel con premio

En 2020 obtuvo el tercer lugar en el Premio Nacional de Artesanía. En 2021 no sacó premio, pero la pieza que presentó se exhibe en el Museo Blanes.

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