Aplicó Shiatsu a rescatistas del 11/S y ahora trata a personal de la salud que combate el COVID-19 en Uruguay

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SALUD

Se realiza con los dedos y las palmas de las manos y provoca mejoras físicas y emocionales. Menos conflictividad laboral, menos errores en el servicio y caída del ausentismo algunos de los resultados.

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En mayo pasado, Diego Sánchez le dio una sesión de diez minutos de shiatsu a la Jefa de Enfermería del CTI Covid 2. Al otro día se cruzó con ella en el pasillo del centro de cuidados intensivos que funciona en el ex INOT (Instituto Nacional de Ortopedia y Traumatología) y la enfermera lo tuvo veinte minutos contándole todo lo que había ocurrido después de eso.

“Me dijo que trabajó cinco horas más de lo que normalmente trabaja y no sintió la carga. Se dio cuenta de que no se peleó con nadie y que todos los del equipo habían funcionado mucho mejor, evitando varios errores que normalmente se cometían en un día normal. No solo eso, sino que llegó a su casa como a las 12 de la noche después de trabajar todo el día, tuvo una charla divina con su marido, comió contenta y luego durmió toda la noche”, relató Sánchez sobre lo sucedido apenas un día después de comenzar una experiencia con el personal de la salud de ASSE que trabaja en los CTI dedicados al covid.

El shiatsu es una técnica corporal japonesa basada en la medicina china que utiliza la presión de los dedos y de las palmas de las manos para equilibrar la energía del organismo. “La gente conoce más la acupuntura, nosotros hacemos lo mismo pero sin agujas”, explicó Sánchez a El País.

El especialista y creador de Zen Shiatsu también la distingue del masaje, que define como una acción cuyo contacto es paralelo a la piel y se realiza frotando. “El shiatsu es perpendicular a la piel; entrás con el pulgar en un punto, soltás, entrás en el siguiente punto y soltás”, detalló.

Lo que tiene de particular esta técnica es que no solo mejora el estado físico de la persona, sino también su estado emocional, dos aspectos fundamentales para todos aquellos que trabajan en situaciones de presión o críticas.

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En Uruguay, Sánchez comenzó a aplicarla en el CTI de neonatología del Centro Hospitalario Pereira Rossell. Estaba haciendo una consultoría en la Fundación Canguro y lo invitaron del hospital sabiendo ya el efecto de estas intervenciones en el personal de la salud.

Cuando comenzó la pandemia de la COVID-19 tuvieron que interrumpir la actividad para bajar el riesgo de contagio y dejar trabajar a un personal cada vez más agobiado. Fue entonces que Sánchez vio una nota televisiva al Doctor Nicolás Nin, uno de los coordinadores del CTI Covid 2, en la que se refería a lo agotado que estaba el equipo, que “necesitaba un apoyo, un mimo… un algo más”, recordó.

El instructor habló con Nin y resolvieron probar la técnica, cosa que hicieron desde mayo pasado y ya llevan más de 400 sesiones.

“Es gente que tiene una carga emocional para la que no hay mucha cosa. Tienen psicólogos, asistentes sociales, pero en realidad no hay tiempo para eso y tampoco son personas que se dejen ayudar mucho”, reconoció Sánchez.

Para el profesional funciona entre otras cosas porque su equipo realiza las sesiones en el lugar de trabajo de los destinatarios. “En diez minutos hacemos una intervención corporal en la que no hace falta hablar. Igual la mayoría se pone a contar historias, incluso a llorar apenas le tocamos la espalda. Es muy emotivo”, relató.

Destacó además que el ambiente laboral cambia totalmente cuando saben que van, aunque tengan que esperar y hacer cola para las sesiones. Además, baja la conflictividad, disminuyen los errores y desciende el ausentismo.

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Hasta en ausencia mejoran las cosas, algo que comprobaron ya en el Pereira Rossell. “Hay cuatro turnos de trabajo. Al de las 6 de la mañana no fuimos nunca, pero los funcionarios igual se dan cuenta de que todo funciona mejor y que ellos se sienten mejor aunque no se crucen con quienes nosotros tratamos en la mañana o en la tarde. Se genera como una onda expansiva positiva”, señaló Sánchez.

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Hizo shiatsu a los rescatistas del 11 de Setiembre

Diego Sánchez ha practicado y enseñado shiatsu y meditación por más de 20 años. Se especializa en pacientes con enfermedades críticas.

Nació y se crió en Uruguay, pero vivió en varios países europeos antes de mudarse a Nueva York. Estaba allí en el ataque a las Torres Gemelas. Trabajó en la Zona Cero y otros lugares dando shiatsu a los rescatistas, la Policía y el Ejército.

Fue miembro del equipo del Dr. Mehemet Oz’ en el Programa de Medicina Integrativa en el Hospital Presbiteriano de la Universidad de Columbia, aplicando shiatsu a pacientes de cirugía de corazón abierto y trasplantes en CTI.

Objetivos.

Actualmente el énfasis está puesto en llevar esta técnica a todos los CTI Covid del país, en una gira que ya tocó Treinta Tres, Florida, Rivera y Tacuarembó. “La idea es empezar a dejar sentada una base para seguir con el concepto de cuidar a los cuidadores”, remarcó Sánchez.

“El concepto de cuidado de este tipo de personal diría que no existe, a veces ni siquiera tienen un lugar para comer. Sobreviven a relajantes musculares, mate, café y todo lo que encuentren para tomar que los ayude a seguir”, añadió con preocupación sobre un trabajo que en otras partes del mundo está tendiendo a desaparecer porque mucha gente lo quiere cambiar por otro.

“En Uruguay, si bien es así, no tienen la chance porque no tienen adónde ir, están atrapados”, apuntó quien está especialmente interesado en humanizar el trato del médico con el paciente. En tal sentido está comenzando un estudio sobre lo que se llama “la fatiga de la compasión”, que es cuando el personal de la salud se insensibiliza luego de pasar por tanto drama, estrés y cansancio y termina por no conectar con el paciente.
“Eso lleva a errores médicos importantes que a veces son graves y va en detrimento del paciente y del funcionario”, dijo Sánchez.

Al instructor le gustaría poder crear unidades de tratamiento shiatsu, algo que no pretende que surja del ámbito público porque es consciente de la situación que se vive, pero que bien podría ser una iniciativa del sector privado.

Por lo pronto, dado que el trabajo que realiza Zen Shiatsu en ASSE es totalmente voluntario y no le cuesta nada al destinatario, abrió un colectivo en Abitab (117357) para hacer frente a los gastos de la gira y para poder dar algún incentivo a un equipo que ya ha perdido varios integrantes. “Empezamos siendo unos diez y ahora somos seis”, se lamentó.

Aclaró que lo que se logra con el shiatsu es que la persona encuentre sus propios recursos para salir adelante. “No ponemos ni sacamos nada, sino que ayudamos a que cada uno pueda salir por sí mismo de las situaciones críticas”, subrayó.

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Entre 10 y 15 minutos de acuerdo a lo que se necesita

El equipo de Zen Shiatsu concurre al CTI Covid 2 dos veces por semana, a veces una. Allí aplica una rutina especialmente diseñada, de entre 10 y 15 minutos (las sesiones de shiatsu son en general de una hora), en la que los destinatarios están sentados en una silla en medio de un pasillo, al lado de un paciente o de una incubadora. “Es algo muy directo, muy práctico y que no interrumpe el flujo laboral, que es algo vital en el CTI”, explicó Diego Sánchez.

El especialista detalló que si bien es una terapia relajante -la persona queda aliviada del dolor y de las contracturas-, también es revitalizante, quien la recibe queda alerta para seguir trabajando.

“Con cada persona hacemos un diagnóstico veloz para ver qué es lo que necesita y diseñamos la sección específicamente”, acotó. Además, se le enseñan ejercicios de autocuidado más allá de las sesiones, algunos tips. Incluso mientras esperan para ser atentidos, Sánchez les marca algunos ejercicios. “Todo eso va generando una cultura del cuidado personal que les rinde, no tiene contraindicaciones y no cuesta nada”, señaló.

Desde que ingresaron al CTI Covid 2, en mayo de 2021, aplicaron más de 400 sesiones de shiatsu a personal de la salud, médicos y no médicos.

“Si el covid termina acá igual estas personas tienen un valor enorme y no nos podemos dar el lujo como sociedad de perderlas, tenemos que alentarlas a que sigan ahí de la mejor manera posible porque no hay quién las reemplace”, destacó Sánchez.

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Lugar

Solo es necesario contar con una silla y la sesión se puede realizar en un pasillo, con el destinatario desarrollando su tarea al lado del paciente o, por ejemplo, al lado de una incubadora. Eso es importante porque no se interrumpe el flujo laboral, vital en un Centro de Tratamiento Intensivo.

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Tiempo

Si bien las sesiones de shiatsu son de una hora y en una camilla o futón, en este caso se adaptaron para hacerlas de entre 10 y 15 minutos sentados. Mientras esperan su turno, los interesados pueden realizar otros ejercicios que ayudan a esta terapia y a alentar el concepto de “cuidar al cuidador”.

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Disposición

El shiatsu utiliza la presión de los dedos y de las palmas de las manos. Se realiza perpendicular a la piel: se entra con el pulgar en un punto y se suelta, se entra en otro punto y se suelta. La persona no tiene que sacarse la ropa y puede estar en silencio, aunque muchos se largan a hablar.

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Más leche materna para bebés prematuros

El año pasado Zen Shiatsu comenzó a trabajar en un programa de apoyo a las madres de bebés prematuros junto a la Fundación Canguro, en el Pereira Rossell.

“Un bebé de 600 gramos tiene que estar en la incubadora. Las mamás, sobre todo las que vienen del Interior, están boyando por el hospital, no comen bien, no duermen bien… entonces empezamos este programa para apuntalarlas porque su leche no le llegaba a los bebés”, contó Sánchez.

En un año triplicaron la cantidad de leche. “Mamás que no se sacaban más de 10 ml inmediatamente después de una sesión se sacan 60 ml”, dijo.

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