UCO: los muchos usos que se le puede dar a una tela cuadrada con el nudo correcto

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En Una Costumbre Oriental , Macarena Montañez y Renata Casanova combinan la tradición japonesa de los furoshikis con aportes indígenas de América y sellos de la flora y fauna autóctonas del Uruguay.

¿Viste esas acuarelas antiguas que están en el Cabildo? La lavandera con la sábana llena de ropa anudada en la cabeza dirigiéndose al río. También el boy scout o el patito del cuento que se va de la casa con una caña y un atadito de ropa con un nudo, llorando y ofendido, o uno mismo cuando se muda, que la sábana sirve para trasladar ropa”, así identifica Macarena Montañez los mil usos que se le puede dar a un trozo de tela con solo saber el nudo adecuado para cada fin.

Eso fue lo que las atrapó a ella y a su hijastra Renata Casanova al ver juntas un documental sobre furoshikis, una tradición japonesa que viene del Período Nara (años 710 al 794).

“Se cuenta que lo usaban los señores feudales cuando iban a los baños públicos. Como es una tela estampada y personalizada les permitía poner sus pertenencias e identificarlas. Esa costumbre se extendió en Japón”, cuenta Macarena, psicóloga y gestora cultural muy interesada por el tema textil desde muy chica.

“Nos pareció una idea tan maravillosa que enseguida empezamos a probar cosas, hacer pañuelos para nosotras o para amigos. Siempre con esa idea de fondo sin saber mucho cómo se iba a materializar”, apunta Renata, diseñadora textil.

Ambas querían desarrollar algo que tuviera que ver con la costumbre del anudado y la personalización de una tela cuadrada. Se les ocurrió entonces vincularlo con las tradiciones indígenas de América, como los tzutes o perrajes guatemaltecos o los aguayos de Bolivia o Perú.
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Lo dieron en llamar UCO, Una Costumbre Oriental, jugando con lo oriental de Asia y lo oriental del nombre completo del Uruguay. “Ya no es más un furoshiki”, acotan entre risas sobre lo que terminó de redondearse allá por 2014.

También lo pensaron como una alternativa al uso de bolsas plásticas, que por aquel entonces no era un tema tan presente.

Para darle un toque más personal y local, crearon una línea de 12 sellos con flora y fauna nativas.

Redes sociales e internet

Una Costumbre Oriental tiene presencia en Instagram y Facebook. También se la puede encontrar en la web en el sitio unacostumbreoriental.com

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Creaon una serie de sellos con imágenes de la fauna y la flora autóctonas del Uruguay.

El salto.

Con esa idea a cuestas se presentaron a los Fondos Concursables del Ministerio de Educación y Cultura (MEC). Les fue muy bien, dieron talleres en San José, Maldonado y La Pedrera, y eso hizo que las invitaran a participar de ferias y festivales.

“Nos llamaron del Festival Música de la Tierra, de otro en La Pedrera, del Festival de Japón… hemos estado en eventos a los que va mucha gente”, destacan.

En 2016 ganaron la convocatoria Intemperie del Museo Figari para intervenir uno de sus patios interiores. “Tomamos un azul de un cuadro de Figari, pintamos el patio y estampamos con el sello del ombú. Quedó una caja azul intervenida que tenía una cosa muy oriental también. Eso ya implicó un cambio en nuestro proyecto porque el sello pasó de ser de 3x3 a 20x20. Ahí empezó otra etapa, que es la intervención en grandes superficies: telas, muebles, paredes, papel”, relata Macarena sobre el nacimiento de Otra Costumbre Oriental.

Con esa nueva impronta, en 2018 volvieron a presentarse a los Fondos Concursables. Esta vez hicieron telas a gran escala para intervenir o restaurar muebles, tapizar paredes o transformar objetos en desuso o deteriorados. “Intervinimos una habitación en el segundo piso del Museo Figari con telas de UCO”, detallan.

Ese cambio en la escala también significó un cambio en la temática de sus talleres, que incorporaron otras técnicas.

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La tela cuadrada llamada furoshikis adquiere varios usos de acuerdo al nudo que se le haga.
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El UCO puede ser desde una bolsa para el supermercado hasta un coqueto bolso para el día.

Talleres.

“Hay una persona que nos sigue en todos los talleres o también pasa que alguien le regala un taller a otro. Nosotras les pedimos que se vayan con la consigna de multiplicar la experiencia”, dicen las emprendedoras sobre esas clases a las que concurren todo tipo de personas.

Principalmente son mujeres, de muy variadas edades e intereses y no necesariamente con conocimientos en diseño. “Vienen desde niños hasta señoras mayores que lo disfrutan mucho como una actividad manual que pueden hacer sin mucha dificultad”, destacan. También están los que buscan aprender algo que les sirva tanto para un emprendimiento personal como para el día a día. “Le sacan muchísimo rédito a poder hacer su sello propio y a la idea del furoshiki. Con dos nudos básicos ya tenés una bolsa para la feria, el supermercado, lo que sea. Para nudos más sofisticados tenemos tutoriales o necesitás hacer un taller”, explica Macarena.

La respuesta es muy buena y las convocan desde distintos puntos del país, lo cual las motiva a seguir proyectando cosas.

“Hemos estado pensando si vale la pena hacer algunos básicos”, detalla Renata sobre las pruebas que vienen realizando con productos amigables con el medio ambiente. Eso incluye manteles, esponjas de algodón o bolsitas de té reutilizables, entre muchas otras ideas.

El objetivo es no apartarse de las dos caras del proyecto, por un lado los estampados y los sellos, y por el otro el furoshiki con base en el anudado para realizar contenedores y accesorios, todo lo cual se transmite en los talleres.

“Es tan bueno lo que pasa con ese cuadrado de tela, las posibilidades que ofrece y lo que implica metafóricamente: ser cuidadoso con el medio, ser amoroso con lo que uno envuelve, con lo que uno traslada, cómo lo cuida… tiene una cantidad de puntas interesantes para trabajar desde la docencia, lo didáctico y a nivel de la vida práctica. Realmente nosotras quisiéramos que esta costumbre se desparramara mucho más”, remarcan de un camino que han decidido recorrer con “pasos pequeños, pero firmes”.

Barbijos UCO y replanteo derivado de la COVID-19

La pandemia de la COVID-19 permitió que Macarena y Renata se enfocaran más en UCO. “Uno se replantea las distintas cosas que está haciendo y se fue dando la necesidad de fortalecer los talleres”, explica Renata. Los talleres han sido siempre presenciales, pero están pensando en instrumentar el formato online y armar un kit de materiales para que los participantes puedan trabajar desde sus casas. La COVID-19 también incidió en sus productos ya que participaron del concurso organizado por el MEC para diseñar tapabocas vinculados a los museos. Su propuesta, inspirada en las obras de Costigliolo, María Freire y Margarita Mortarotti, fue seleccionada y confeccionaron unos 500 barbijos UCO. “Siempre estamos atentas a lo que se pueda hacer para divulgar el proyecto”, remarca Macarena. En octubre y noviembre dictarán talleres en La Pasionaria.

Una gestora cultural y una diseñadora

Macarena Montañez Morillo es Licenciada en Psicología, Magíster en Ciencias Humanas opción Antropología (Udelar) y diplomada en Gestión Cultural (Fundación Itaú). Junto a su esposo, Pincho Casanova, tiene la productora cultural Pozo de Agua, responsable del programa de TV El monitor plástico (TNU). Renata Casanova Sánchez es diseñadora textil de la Udelar. Realizó cursos de patronaje, estampado y joyería. Trabajó como diseñadora de vestuario y como diseñadora para la ONG Ceprodih. Creó el sistema de patronaje alternativo y cero desperdicio des/PLIEGUE, con el cual cofundó la marca Estudio Null, apoyada por la ANII. Realizó un Máster en Historia del Arte en la Universidad de Salamanca (España). Su sitio web es renata-casanova.com.
En cuanto a UCO, funciona en la casa que ambas comparten en Punta Gorda (son madrastra e hijastra), pero sus productos también están presentes en tiendas como Tribu Bio Café.

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Las socias trabajan en la casa que comparten en Punta Gorda como madrastra e hijastra.

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