HISTORIA DE VIDA
Distinta a otras mujeres de su generación, Mechó adoptó otro estilo de vida "Siempre preferí vivir haciendo piruetas y no punto cruz”, afirmó la mujer que es protagonista de un documental de Netflix
Es difícil dictar con precisión qué está de moda, pero definitivamente la expresión "ya se me pasó la edad para hacer eso" quedó en el pasado. O, por lo menos, está desactualizada. La historia de la atleta catalana Montserrat Mechó, de 87 años, que contabiliza casi mil saltos de paracaídas en su currículo es una prueba. La mujer es una de las estrellas del documental “Historias de una generación”, de Netflix, protagonizado por el Papa Francisco, que reúne narrativas de vida ysuperaciónde quienes ya pasaron de los 70 años.
La serie documental trae figuras conocidas como la primatóloga Jane Goodall y el director de cinema Martin Scorsese y muestra como la experiencia y la resiliencia pueden enseñarnos bellas lecciones. La historia de Monserrat llama la atención no sólo por las peripecias físicas de una persona que pasó de los 80 años, pero también que muestra cómo el deporte puede ser una gran medicina para aliviar el alma.
Bailarina clásica desde los 8, la catalana fue también campeona española de salto en trampolín a los 20 y colecciona premios en mundiales. Buceó toda su vida, pero a los 49 años se subió a 3.600 metros de altura y sintió el cuerpo en caída libre a casi 200 kilómetros por hora. En ese momento, su vida cambió por completo. “El paracaidismo fue una pasión arrebatadora. Tuve complicaciones con el paracaídas luego en el primer salto y accioné el parecidas reserva. Pero eso no me impidió de seguir”, reveló.
Desde ese entonces hizo más de 900 saltos, en movimientos artísticos que remiten al ballet. “Me hice famosa por saltar haciendo la sevillana”, cuenta orgullosa, sobre el salto en que replicó la posición clave de las bailaoras de flamenco. “Yo tenía 20 años y Montserrat 60 cuando la vi en la televisión y tuve la certeza de que me gustaría saltar. Formamos una dupla por años, conmigo siempre filmando. Ella está siempre lista para los desafíos e inspira a todos”, comentó el instructor de paracaidismo Joan Enric Paricio.
Quién le presentó la modalidad a la atleta fue su hijo Eduardo Ripoll, campeón de windsurf, que murió a los 27 años mientras practicaba pesca submarina en las agua del Empuriabrava, en el mar Mediterráneo. Montserrat le enseñaba a su hijo a bucear y a entender la grandiosidad de la naturaleza. “Siempre sentí que una tragedia podría ocurrir conmigo, frente a tantos saltos y buceos, pero pasó con él. Después de su velorio, salí a nadar en el mismo mar en donde tiramos sus cenizas. Y, desde entonces, siempre que nado por el océano tengo la certeza de que estamos juntos”.
A pesar de la triste historia, ella sigue contando sus lecciones con brillo en en sus ojos. Por las calles de Barcelona, donde nació y vive hasta hoy, carga una carpeta con recortes de diarios y fotos. Las paginas se dividen entre fotos de sus saltos más célebres, los inúmeros podios y también su casamiento. Su marido, un comerciante que viajaba mucho por trabajo, resolvió en un determinado momento que se iba. Pero, al contrario de sentir abandono, Montserrat experimentó alivio. “A diferencia de otras mujeres de mi generación, prefiero vivir haciendo piruetas y no punto cruz" finalizó.