CON LOS HIJOS
Los chicos que aprenden desde temprano a ser responsables, muestran mayor autonomía pero también mayor perseverancia
Cada día son más los especialistas que señalan que las responsabilidades son saludables para los chicos e incluso algunos, como Antonio Ortuño Terriza, psicólogo clínico infanto juvenil y terapeuta familiar español, van aún más lejos y sostienen que no sólo son saludables sino que son claves para alcanzar la felicidad.
Los chicos que aprenden desde temprano a ser responsables, muestran mayor autonomía pero también mayor perseverancia, ya que tienen claro que sus logros dependen de sí mismos y no del resto, y también tienden a hacerse más cargo de sus actos en general, más allá de los logros en lo profesional o académico.
Pero en una sociedad en la que la infancia y la adolescencia se estiran cada vez más mientras los padres les sobrevolamos encima a los chicos como helicópteros, haciéndonos cargo de muchas más cosas de ellos de las que nuestros padres hicieron jamás por nosotros, es necesario recordarnos cada tanto, que a ser responsables se aprende desde bien pequeños y que es nuestra labor comenzar a inculcarlo en nuestros hijos e hijas desde bien pequeños.
¿Qué necesitamos tener presente y qué podemos hacer al respecto?
No confundir responsabilidad con obediencia
Una persona que obedece, no está siguiendo su propio criterio sino ajustándose a la voluntad del otro por miedo al castigo o porque no tienen más remedio que hacerlo aun cuando no esté de acuerdo. En cambio, una persona es responsable cuando ha interiorizado un mandato y lo siente propio: lo hace porque “así se lo dicta su conciencia”. Si queremos criar hijos e hijas responsables, empecemos entonces por diferenciar estos dos conceptos y a reclamar más responsabilidad y menos obediencia.
Esforcémonos (aunque nos cueste más trabajo y nos lleve infinitamente más tiempo y demande más paciencia), para que nuestros hijos e hijas entiendan que necesitan cumplir con ciertas reglas, en lugar de bajar línea a base de rezongos y amenazas o chantajes con premios.
Permitir que los niños interioricen verdaderamente sus obligaciones
Pero para que interioricemos ese mandato, necesitamos reconocernos como los principales afectados por las consecuencias de nuestras accione.
Por ello, necesitamos dejar que en ocasiones, los niños experimenten qué sucede si no cumplen con sus responsabilidades, para que puedan sopesar sus acciones y medir sus consecuencias. Puede ser que no hagan su maleta cuando nos vayamos de vacaciones y al no hacerlo olviden un juguete favorito o que no lleven los deberes hechos a la escuela y deban explicarlo a su maestra. No se trata de no querer ayudarlos para que fracasen y así “aprendan”. Tampoco se trata de no recordarles de buena manera lo que consideramos deberían hacer, sino de hacerlo pero luego, “aflojar” nuestro control y delegar realmente el tema en ellos, para que de verdad “tomen la posta”.
La responsabilidad como reconocimiento
Eva Millet, escritora, autora del libro “Hiperpaternidad” (donde habla de las consecuencias de lo que llama los padres “helicóptero), dice que cuando dejamos de hacer algo por nuestros hijos y les dejamos en libertad para hacerlo ellos, les estamos diciendo “tú puedes!” y por ende, siguiendo este silogismo, cuando por el contrario lo hacemos todo por ellos (“porque son chiquitos y no entienden aun lo que les conviene”), les estamos diciendo lo contrario, les estamos diciendo “déjame a mí que lo hago mejor” o “no confío en ti para esto”. Y eso, claramente no los hace felices.
Por ello es fundamental que cuando comencemos a delegarles responsabilidades, lo hagamos como un reconocimiento y no como un castigo. Si en cambio la responsabilidad, es en realidad el castigo por haber o no haber hecho tal cosa, entonces, por lógica, la misma será rechazada y lejos estaremos de que sea internalizada voluntariamente.
No esperar pensando que "todavía no tiene edad para ser responsable"
La responsabilidad se aprende en casa, no el jardín, no en la escuela, porque debe ser parte natural del hecho de ser miembros del primer equipo al que perteneceremos: la familia, y por ello nunca es demasiado temprano para empezar a fomentarla.
Permitir que los niños ayuden en las cosas de la casa, que “hagan su parte” con pequeñas contribuciones a este equipo desde su más tierna infancia, es el camino ideal para que ese concepto de colaboración y de deber, sea realmente interiorizado como propio.
Y de esa forma cuando lleguen otras responsabilidades externas, serán agregadas de manera natural a una base que ya está formada , en la que el niño o la niña ya entiende que siempre, en todos los equipos de los que se es parte, hay cosas que son “nuestras” y debemos hacerlas.
Por lo tanto, si bien nunca es tarde para empezar a incentivar la responsabilidad en los chicos, tampoco nunca es demasiado temprano, por el contrario, cuanto más temprano empecemos, mejor.
La socióloga uruguaya y especialista en marketing y comunicación es la fundadora de Mamá estimula. En el grupo que administra desde Argentina, comparte materiales educativos y soluciones para padres.
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