En el siglo XXI, ¿es posible ser una familia nómade?

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Los Feippe

ESTILO DE VIDA

Sofi Solari Adot estrena su columna con un relato sobre cómo perseguir la felicidad la convirtió a ella y los suyos en una familia nómade: Los Feippe.

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Hay una frase que me encanta y la uso cada vez que percibo que una conversación se tiñe de juicios hacia esto o aquello.

“Pienso que cada cual debería tener la posibilidad de elegir lo que crea o sienta que, al final del día, lo hace feliz”. Y, la felicidad pareciera no ser otra cosa que una suma infinita e inconstante de ínfimos instantes en los que el corazón se siente liviano al llenarse de alegría, paz, sincronicidad, amor, equilibrio. Aquel momento en el que un beso, una decisión, un regalo, un abrazo o un lugar despiertan en nosotros “eso” tan arbitrariamente valioso que nos pasamos la vida buscando.

Me gusta pensar que la felicidad es un abanico de posibilidades tangibles y medibles a través del cual vivenciamos nuestras experiencias. Un abanico blanco para vos, de flores para ella, y violeta para mí. Porque en la vida lo posible y la felicidad no emplean la misma lente para vos que para mí.

Por eso, quizá a vos te hace feliz una ecuación matemática, y a mí que el viento me despeine. Quizá a vos te llene el alma una casa que puedas llenar de plantas, y a mí, una que tenga alas. Quizá a vos te guste echar raíces, y a mí el vuelo y el cambio constante. Quizá a vos te dé pereza en las mañanas, y a mí nada que ver. Quizá a vos la incertidumbre te angustie, y a mí, me corra por las venas vibrando como adrenalina de la curiosidad.

Quizá, cuando vos imaginás una familia ves una casa con jardín, y yo a los Feippe, mi familia nómade. La que hizo posible tantos instantes de mi felicidad.

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¿Es posible ser una familia nómade?

Lo es. No digo que sea sencillo ni que sea para todos vivir así. Sin embargo, es posible. Tampoco digo que este estilo de vida llegue a tu cotidianidad de un día para otro. Implica tanto tiempo y decisiones como estrellas hay en el cielo. O así fue nuestro camino hacia el Big Bang, el origen, el cambio, la metamorfosis.

Porque no siempre fuimos nómades ni llamábamos casa a un motorhome.
Hubo una época en la que Mauri, mi marido, Olivia (10) y Simón (8), mis hijos, y yo, vivíamos en una casa como la tuya -o muy parecida-, y teníamos una vida como la de todo el mundo. En aquellos tiempos, el problema más grande al que nos enfrentábamos era la falta de imaginación. Al no poder imaginar, tampoco podíamos crear. Como dice Walt Disney: "Si puedes imaginarlo puedes crearlo”.

Nosotros no podíamos.

Lo que no lográbamos imaginar era una vida como la que teníamos proyectada en el tiempo. Claramente, estábamos errándole al proyecto de vida. Así, al final del día, no nos sentíamos felices. La suma de ínfimos instantes en los que el corazón se siente liviano al llenarse de alegría, paz, sincronicidad, amor, equilibrio era finita y constante.

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¿Qué hicimos?

Empezamos a trabajar con nuestra imaginación. Imaginábamos dónde realmente queríamos estar. Así fue como empezamos a crear una nueva realidad, un nuevo estilo de vida.

Esta columna, a la que te invito a partir de hoy, es un espacio en el cual te voy a contar cómo es mi estilo de vida; cómo es ser una familia nómade, cómo se educan nuestros hijos, qué cobertura médica tenemos, cómo nos abastecemos de agua y energía, cómo es ser una mujer “en movimiento”, a qué le tenemos miedo, los desafíos de criar de otra manera y, por supuesto, todas nuestras experiencias viajeras conociendo lugares y personas que nos regalan, a cada paso, un abanico diferente.

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CONOCÉ A NUESTRA COLUMNISTA
Sofi Solari Adot
Sofi Solari Adot

Sofi es escritora y mamá de Olivia y Simón. Tiene una vida sobre ruedas junto a su familia @losfeippe. Es autora de la novela autobiográfica “No siempre fuimos nómades” y dicta el taller on line “Las palabras también importan”.

Podés seguirla en Instagram como @sofisolariadoty @losfeippe

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