BÁSQUETBOL

Un torneo con la selección uruguaya le abrió la puerta de la NBA Academy Latin America. Al verlo jugar decidieron enviarle una invitación, la rechazó porque creía que tenía ofertas mejores.

Pero la mayoría de las veces, cuando las cosas son para uno, parecen ponerse insistentes. Un tiempo después Joaquín Rodríguez (17) disputó otro muy buen torneo con la Celeste y lo volvieron a llamar. Está vez dijo que sí y se unió al equipo.

No es que está vez el exbasquetbolista de Malvín se hubiese vuelto más fácil de convencer, sino que la recomendación de aceptar llegaba desde una fuente confiable y uruguaya que ya había estado allí: Santiago Vescovi. “Hablé con él y me contó de la Academia. Me terminó convenciendo de unirme”, expresa Joaquín. Tanto Santiago, actual jugador de Universidad de Tennessee, como Camila Kirschenbaum, hoy en Binghamton University, formaron parte del programa. “Tengo buena relación con ambos y conversé con los dos. Me dieron buenas referencias y me lo hicieron más fácil”, agrega.

Los jugadores están en San Luis de Potosí, viven en apartamentos de un condominio al lado del club. Su rutina consiste en escuela, estudio y descanso. Joaquín llegó en diciembre de 2019 y en enero se integró al equipo, pero con la llegada del coronavirus debió volver a casa. En Uruguay entrenó, pero no le permitían jugar. Así que debió esperar la vuelta. “Estuvo un poco aburrido, pero había que prepararse”, dice Joaquín.

El entrenamiento físico y táctico es de lunes a sábado, pero igual de importante es el estudio. “Una cosa va de la mano con otra allá. Si estás muy atrasado con el estudio no te permiten entrenar ni salir. Las profesoras tienen mucho poder en la academia porque al final es como un liceo en Uruguay, donde también entrenamos, pero es un 50 y 50”, explica Joaquín, que está en lo que sería sexto de liceo.

Los chicos suelen jugar con las academias de los otros continentes, pero esta vez jugaron un torneo en Estados Unidos. “Para los últimos duelos viajamos a Utah y a Las Vegas. Por lo general jugamos entre academias, pero en este torneo nos medimos ante otros equipos y fue mucho más divertido. De la otra manera te enfrentás a los mismos de siempre, los conocés y ya sabés cómo juegan. Así que cuando tuvimos esta oportunidad de jugar con los equipos estadounidenses traté de disfrutar al máximo y mostrarme”.

Esto último es uno de los principales objetivos del programa, ya que a cada partido van cerca de 100 scouts. Tras los duelos se dedican a conversar con ellos, aunque los pases los manejan las propias academias junto a los entrenadores.

Joaquín se fue solo de Uruguay. “Al principio se me hizo un poco difícil. Después te vas acostumbrando, te hacés amigos... Hoy en día se me hace algo normal”, cuenta, ya desde su casa en Las Piedras, en donde pasó Navidad y fin de año junto a su familia.

Pero marcharse significó madurar mucho. “Allá me empezaron a poner límites. Cosa que en Malvín, al ser un poco la estrella, no. Me dejaban hacer lo que quisiera. En México soy uno más y tenés que respetar las reglas”.

Joaquín comparte plantel con diversas nacionalidades. Los brasileños que “están todo el día con la música”, un canadiense, un irlandés, entre otros. Su compañero de cuarto es de Bahamas. Habla solo inglés, como la mayoría de ellos, porque aunque estén en México, “en el básquetbol se suele hablar en inglés y el entrenador nos pide que así sea”, dice el pedrense, y admite que al principio le costó un poco porque llegó sin saber nada, pero que luego le fueron enseñando.

Después de haber rechazado la oferta la primera vez y haberle dado una segunda oportunidad Joaquín acepta que la academia sobrepasó sus expectativas. “Me esperaba un buen programa, pero es excelente, tiene de todo, abarca todas las áreas. Todo lo que vos necesitás lo podés encontrar ahí. Más siendo sudamericano, acá es todo más difícil”, asegura.

La academia cuenta con coachs clase A. “Están en cada detalle. En el tiro, en el pique. También el hecho de competir con compañeros de gran nivel te hace mejorar día a día”, agrega Joaquín que cuando llegó jugaba de alero, y era un “jugador no tan completo”. Hoy en día juega de base y reparte y organiza el equipo. Su próximo paso será ir a una universidad de Estados Unidos con una beca completa, pero está a la espera de que avance el mes para cerrar acuerdos. Estar al menos dos años ahí y poder ser parte de un equipo europeo o de la NBA.

Un doble es lo que tiene Joaquín y no es precisamente un tiro al aro. Mismo nombre y apellido, jugadores de básquetbol y selección. Dos Joaquín Rodríguez fáciles de confundir. “Me han llamado medios pensando que era el otro”. El “otro” juega en Obras Basket de Argentina y tiene 22 años. “Lo conozco. Hemos hablado un par de veces y es graciosa la coincidencia”, sostiene Joaquín.