AMISTOSO INTERNACIONAL
En su regreso al Gran Parque Central, ese que lleva tatuado en la piel, fue el líder futbolístico del equipo en el estreno de la temporada 2022.
Nadie puede negar el amor que le tiene Leandro Otormín a Nacional y como muestra vale un botón: tiene al Gran Parque Central tatuado en su espalda. “Lo tengo sobre todo por el sentido de pertenencia que me hizo generar el club desde tan chico”, le contó a Ovación en setiembre del año pasado, cuando estaba en Cerro Largo.
Llegó a la institución con 11 años y hoy, a los 25, está de regreso para tratar de ser el protagonista que siempre soñó ser con la tricolor en el pecho. Jugó más en otros clubes que en su amado Nacional, porque fue prestado a Racing y a Venados (México) y en “su” club solo había tenido 168 minutos en 8 partidos. Quedó libre, pasó por Montevideo City Torque con 6 goles en 33 partidos y el año pasado recaló en Cerro Largo, donde participó de 20 tantos, porque convirtió 13 y asistió en 7 en 29 juegos para ser una de las figuras del torneo.
Sus grandes actuaciones en el arachán y el cambio de técnico con la llegada de Pablo Repetto le abrió nuevamente la puerta en Nacional. “Muy feliz de haber vuelto a casa. Gracias a Dios se me da una linda revancha”, escribió luego de firmar el contrato que lo devolvía a “su” equipo. Pero faltaba lo más importante: verlo en acción.
¿Cómo sería el retorno de Otormín con la responsabilidad de concretar la expectativa que había generado por su gran año en Cerro Largo?
Lo primero: se puso la 10. En cierta manera elegir ese número le da a cualquiera un peso extra. Lo segundo: jugó casi como enganche, por detrás del 9 en el 4-2-3-1 que planteó Repetto. Tercero: fue el responsable de las pelotas quietas y generó así el segundo gol.
Fue, además, el mejor exponente de Nacional en el primer partido de la temporada en el triunfo ante el chileno Ñublense. Tuvo movilidad, pidió la pelota, encaró, presionó la salida, bajó hasta el medio para ser opción de pase y limpiar la salida con un simple pivoteo y verticalizó con precisión el juego.
Otormín dejó muy buena impresión en su vuelta al GPC, ese que lleva en la piel.