EL OTRO PARTIDO
El fraybentino perdió a su madre por el COVID-19 y no está en su mejor momento, pero recarga las pilas para nuevos desafíos.
Si hay un aspecto que destaca al uruguayo es el amor por su tierra, por su pueblo y por su gente. El mate, el asado, los amigos, la familia son valores y costumbres que no se negocian. Y Lucas Torreira es un fiel ejemplo de eso. Nació hace 25 años en Fray Bentos, una ciudad de unos 25.000 habitantes en el departamento de Río Negro, y en cada oportunidad que se le presenta no duda volver a sus pagos.
Es que tanto le costó irse que en cada ocasión en la que puede regresar, al menos por unos días, lo hace. Y con sumo gusto y placer. Pero más ahora en una familia muy unida en la que desde febrero falta Viviana, la mamá de Lucas que falleció en marzo a causa del COVID-19.
“Fue muy duro para nosotros porque somos una familia muy unida. Imaginate que antes de que pasara todo esto, mi madre, mi padre y mis dos hermanas estaban en España conmigo. Se tuvieron que venir porque estaba jugando 18 de Julio -club del que toda la familia es hincha y Ricardo, su papá, presidente- y tampoco había muchos pasajes por la pandemia. Pero yo les decía que se quedaran porque se acercaba mi cumpleaños y lo tenía que pasar solo. Había muy pocos vuelos y volvieron”, le recordó Lucas Torreira a Ovación en Las Cañas, donde disfruta de sus vacaciones tras haber jugado la Copa América con la selección de Uruguay.
Lucas vivió ese momento de manera particular y con mucha incertidumbre, por eso y tras la suspensión de la doble fecha de Eliminatorias en marzo, le pidió al Atlético de Madrid volver a Uruguay. “Cuando sucedió lo del contagio de mi madre obviamente yo estaba muy nervioso y preocupado porque estaba solo allá y estando lejos no conocés todo, sino lo que te van contando. Se dio la casualidad de que jugábamos por Eliminatorias y se suspendió la fecha, por lo que le pedí al club para venirme y estar cerca. Ahí fue cuando mi madre ingresó al hospital y de Fray Bentos la llevaron a Salto. Estuvimos 11 días luchándola todos juntos porque la verdad era duro estar ahí, que todos los días te daban el parte médico y dependiendo de esos cinco minutos en los que hablaba el doctor era cómo íbamos a afrontar el resto del día porque si había una mejoría estábamos contentos y alegres, pero si te decían que estaba mal nos veníamos abajo”, contó.
“Fue complicado y muy duro, pero estábamos todos juntos, que eso era muy bueno. Teníamos la suerte de estar con mis amigos, con mis tías, abuela, abuelo, todos mis sobrinos y ese momento lo sufrimos todos juntos. Fue un golpe bastante duro para mí, pero sobre todo para mi papá porque estaban juntos desde los 16. Iban 40 años juntos. Imaginate. Y que se nos vaya en 11 días fue realmente muy triste. Y hasta el día de hoy nos cuesta asimilarlo a todos. Me cuesta a mí también porque con 25 años perder a tu madre es duro”, confesó Lucas.
Y más allá de la dura pérdida, del difícil momento y de la angustia, Lucas y su familia miran para adelante, se apoyan y también buscan ayuda profesional: “Hacía un año venía trabajando con un psicólogo en España porque cuando en el segundo año en el Arsenal jugaba muy poco, me costaba asimilarlo realmente porque mi vida depende del fútbol y cuando no juego la paso muy mal, estoy de muy mal humor y me pasan muchas cosas. Por eso empecé con él y me estaba dando una mano con ese tema. Por ahí hace muchos años te decían ‘¿pero cómo vas a ir a un psicólogo, estás loco?’. Y hoy es muy importante, sobre todo para nosotros que vivimos un montón de situaciones estando lejos de la familia. Y cuando sucedió lo de mi madre tenía ganas de no jugar más al fútbol, quería quedarme en Fray Bentos con mi familia. Tenía muy pocas ganas de volver a España porque me tenía que quedar solo allá. Por suerte se fue uno de mis hermanos conmigo, pero yo quería estar acá, con mi padre, porque él era el que más estaba sufriendo y al que más le dolía toda esta situación. Él estaba siempre con mi mamá, iban juntos a todos lados y hoy verlo solo es un golpe muy duro que nos cuesta asimilar y tratamos de estar con él, de ayudarlo, acompañarlo y de sostenerlo también para que no se nos caiga porque ahora tenemos que seguir, por nosotros, por él y porque el motivo más importante para seguir viviendo siempre va a ser nuestra mamá”.
Es que la partida de un ser querido siempre duele, pero más para un deportista que está en Europa la mayor parte del año, lejos de los suyos, extrañando y esperando ese momento de llegar a abrazar a su familia.
La de Lucas no es una excepción porque sus lazos familiares siempre fueron fuertes y lo siguen siendo: “Cuando fui al Mundial de Rusia 2018 verla a ella con mi padre en la tribuna fue algo único. Imaginate... Una madre orgullosa de tener a su hijo jugando en la Selección que se ponía muy contenta cada vez que yo salía a la cancha. Tené en cuenta también que desde que me fui a Europa yo veía a mi familia una o dos veces por año y cada vez que yo veía a mi mamá era la persona más feliz del mundo. Siempre nos vamos a quedar con los recuerdos más lindos y ahora la luchamos y la peleamos para estar bien entre todos”.
Hoy, mientras disfruta de sus vacaciones, la meta de Lucas Torreira es poder dejar atrás el trago amargo de la Copa América y volver a fines de julio al Arsenal a pelearla nuevamente en el equipo inglés.
Un aspecto importante en la vida de los deportistas profesionales y del que poco se habla internamente es el de las críticas que reciben. ¿Se leen? ¿Duelen? ¿Pegan fuerte? ¿Le dan bola?
“La crítica en el fútbol es normal, pero es duro cuando la recibís. Estamos expuestos a eso porque te pegan cuando las cosas van mal, pero hay que aceptarla porque esto es un deporte. Cada uno busca lo mejor para su equipo y no siempre somos todos felices. Un futbolista sale a la cancha a dar lo mejor para su bienestar, el de su equipo, para salir en la tapa de los diarios y en la televisión, y más que nada para darle una alegría a los hinchas que pagan una entrada para verte. En la Selección nos pasa que salimos a jugar para hacer feliz a todo un país y muchas veces no podemos cumplir ese objetivo. Le tratamos de buscar la vuelta y no la encontramos, pero lo que la gente tiene que saber es que nosotros nos matamos y tratamos de dejar la vida para mejorar, para hacerla feliz. A veces creo que eso no se ve, pero pasa”, contó el fraybentino de 25 años.
Y la crítica hoy en día está en todos lados. Está en los medios de comunicación, en las redes sociales, en la calle, pero muchas veces se desconocen por completo los contextos particulares de cada deportista. Torreira hizo hincapié en eso y remarcó que “a la gente no le interesa si a vos se te murió tu madre el fin de semana o si de mañana tuviste un problema. La gente quiere que vos entres a la cancha, que seas el mejor y que gane tu equipo. Es la verdad. Y el que te diga que no le llega o no le afecta la crítica te está mintiendo, porque a todos nos llega y nos afecta, de una manera u otra. Por ejemplo, después de los partidos he escuchado ‘Uruguay no juega a nada’, ‘Torreira no puede estar más en la Selección’. Es así, pero es la realidad y yo sé que tengo que trabajar para corregir un montón de cosas porque tengo recién 25 años”.
En un mundo que mira más hacia las redes sociales y se preocupa mucho por el qué dirán, Lucas Torreira demuestra tener la madurez necesaria para afrontar situaciones duras que las vivió en carne propia como el no jugar a nivel profesional estando en el primer nivel o la pérdida de un ser querido, pero todo lo afrontó con el apoyo y el sustento de su familia, un pilar clave para que el volante quiera seguir por el camino del éxito, ese éxito que lo llevó a brillar en Italia, dar el paso a Inglaterra y ser campeón en España: “Tengo muchas cosas que aprender y mejorar, pero también tengo que entender que muchas veces uso mi tiempo en hacer feliz a los demás y descuido mi propia vida”.