COPA LIBERTADORES
Si bien el equipo carbonero volvió a evidenciar problemas defensivos, en la ofensiva mostró una faceta interesante con la mano del entrenador.
"Intentamos sorprender gestionando el tema de los minutos, de quedarnos con alguna carta en la manga para el segundo tiempo y se notó”. Mauricio Larriera planifió el partido de Peñarol con un solo objetivo: ganarle a Olimpia en la Copa Libertadores.
Pero también hubo otros aspectos porque más allá del qué, el estilo del floridense también tiene un cómo y mientras pudo, el equipo no se apartó de la filosofía de juego que trajo el entrenador en su llegada al club en 2021.
Larriera sorprendió con una línea de tres zagueros que a la hora de defender tenía cinco, pero para el inicio del complemento el martes en el Estadio Campeón del Siglo, repitió una fórmula que ya le había dado resultados en el encuentro del sábado frente a Liverpool en el escenario mirasol: el ingreso de Ignacio Laquintana y Federico Carrizo.
El sanducero y el argentino le cambiaron la cara al ataque carbonero a pura velocidad y vértigo en la ofensiva.
Ya desde el comienzo de la segunda parte en apenas escasos segundos el Pachi fue protagonista de la primera ofensiva del equipo mirasol que se aproximó al área de Olimpia y luego fue decisivo.
Es que a los 48, Walter Gargano le puso una pelota por la izquierda a Ruben Bentancourt y el slateño se la bajó de cabeza a un Carrizo que la paró, encaró en velocidad, pisó el área y cuando Gastón Olveira salió a achicar, picó la pelota para lo que en ese momento era el 2-0 de Peñarol.
No solamente fue el primer gol del argentino de 30 años con la camiseta mirasol sino que también fue la confirmación de que luego de un pobre primer tiempo desde el plano futbolístico, Mauricio Larriera acertó en las variantes que ya tenía planificadas.
Es que con esa explosiva aparición del Pachi para anotar el segundo gol y con los permanentes desbordes de Ignacio Laquintana por la derecha, imparable en el uno contra uno, el mirasol logró algo que no había conseguido en Santa Fe: defenderse atacando.
Por ahí pasó la gran clave de un aurinegro que volvió a evidenciar falencias en la zaga, ya sea con tres defensores o con línea de cuatro, pero que al estar jugando como local y con la necesidad del resultado, le fue fiel al estilo del técnico y se preocupó mucho más por atacar porque sabía que si lo hacía, iba a mantener a Olimpia lejos del arco de Dawson.
Lo cierto es que al igual que había hecho ante Liverpool, el entrenador apostó por el ingreso de Carrizo y Laquintana para ju gar el complemento, los atacantes entraron enchufados, agarraron a los defensores rivales algo cansados por el desgaste del primer tiempo y terminaron siendo más que importantes en el triunfo del conjunto carbonero en la Copa Libertadores.
Mauricio Larriera encontró una fórmula en el ataque y Peñarol consiguió su objetivo. Ahora, el técnico deberá seguir puliendo otros aspectos que el equipo está obligado a mejorar, pero allanó el camino.