Sepa por qué el coreano Son es un peligro para Uruguay en Qatar

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Son Heung-min
South Korea's Son Heung-min celebrates his goal against Cameroon during a friendly football match between South Korea and Cameroon in Seoul on September 27, 2022. (Photo by Jung Yeon-je / AFP)
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HISTORIAS MUNDIALES

El delantero del Tottenham es un hombre gol rápido y totalmente ambidiestro

La mejor prueba de la globalización que ha alcanzado la Premier League inglesa es el hecho de que el premio al goleador de la última temporada haya sido compartido por un egipcio y un coreano del Sur. Aquel, Mo Salah, pudo ser rival de Uruguay en el primer partido del Mundial 2018, pero se lesionó jugando la final de la Champions contra Real Madrid. Este, Son Heung-min, se prepara para ser adversario celeste en el debut de Qatar 2022. Y su jerarquía lo convierten en una de las principales preocupaciones para Diego Alonso para ese día.

Son (ese es su apellido), de 30 años cumplidos en agosto, es un delantero de buen físico (1,84), rápido y con facilidad para sacar el remate, con la diestra o la zurda, desde cualquier posición. Es compañero de Rodrigo Bentancur en el Tottenham Hotspur, donde integra la temida fórmula de ataque junto al inglés Harry Kane. Por lo general, arranca por la izquierda, pero se mueve constantemente. Y suele buscar para definir las jugadas en la zona que está entre el zaguero central y el marcador lateral, porque supone que allí puede encontrar huecos.

En el fútbol de alta competencia casi no hay jugadores que no sepan usar las dos piernas, pero Son es un ambidiestro total: se asegura que ni él mismo sabe cuál es su pierna hábil.

Esa destreza es en buena medida producto de la disciplina coreana en los entrenamientos deportivos, que se basa en la repetición gestual. Por ejemplo, en el tiro con arco, una especialidad que Corea domina en los Juegos Olímpicos, los jóvenes aprendices pasan mucho tiempo repitiendo los movimientos corporales sin llegar a tirar una flecha. Lo mismo pasó con Son, que según sus biografías comenzó a practicar fútbol a los cinco años, ayudado por su padre Son Woong-jung, un exjugador profesional, pero hasta los 14 no jugó en ningún equipo.

Visto desde Uruguay, donde los niños se entreveran en partidos de fútbol desde muy niños, ese método puede parecer extraño y hasta contraproducente. A Son le sirvió...

A los 16 años pasó a la academia del Hamburgo alemán, gracias a un acuerdo con la federación coreana. Y así continuó su proyecto de convertirse en profesional, que tuvo como base el fútbol europeo, más allá de algunos fugaces retornos a equipos de su país cuando todavía era juvenil.

Con el Hamburgo llegó a primera en 2010. En 2013 pasó al Bayer Leverkusen por 12,5 millones de euros. Dos años más tarde, el Tottenham puso 30 millones para llevárselo. Según el portal Transfermarkt, hoy su valor de mercado asciende a 75 millones. En junio de este año la prensa española especuló con el interés de Real Madrid para contratarlo, tras descartarse a Kylian Mbappé, pero tampoco se concretó.

Su primera temporada en Inglaterra fue de adaptación, por lo cual el club londinense estaba dispuesto a aceptar una oferta por él del Wolfsburgo alemán, pero el técnico de los Spurs, el argentino Mauricio Pochettino, aconsejó que lo retuvieran. Y pronto comenzó a rendir cada euro gastado.

Una muestra de su talento se pudo ver con el tanto que le marcó en diciembre de 2019 al Burnley y que le valió el Premio Puskas al mejor gol del año (postergando a los otros miembros de la terna, que eran Giorgian de Arrascaeta y Luis Suárez). Aquella vez, el coreano tomó la pelota en su área e inició una carrera hasta el arco de enfrente, dejando por el camino a seis rivales y recorriendo 80 metros de cancha en 12 segundos, antes de definir con precisión y frialdad ante el arquero.

En la temporada 2021-2022 fue el goleador de la Premier, como está dicho, con 23 tantos. El presente campeonato lo había comenzado con una llamativa sequía, hasta que le hizo tres al Leicester. En total lleva 183 goles profesionales (134 en Tottenham, 29 en Leverkusen, 20 en Hamburgo). En la selección coreana marcó 35 en 104 presentaciones: el último, el martes pasado en el amistoso ante Camerún. En el Mundial 2018 hizo dos: uno a México y otro a Alemania, el segundo en la increíble derrota que eliminó a los entonces campeones del mundo.

Su facilidad para el gol le valió el apodo de “Sonaldo” (a propósito: seguramente en Qatar se cruce con Cristiano Ronaldo).

“COLIMBA”. Un problema que superó, no sin preocupaciones, fue la realización del servicio militar, que en Corea del Sur es obligatorio durante por lo menos 21 meses. Por su actividad en Europa lo fue postergando, pero se fue acercando la fecha límite de los 28 años, tras la cual podía costarle la cárcel si no cumplía.

Las normas coreanas establecen algunos beneficios para los deportistas de alta competencia, pero se les exige una medalla olímpica, el oro en los Juegos Asiáticos o llegar a los octavos de final de un Mundial de fútbol. Cuando ya le quedaba poco tiempo, Son pudo conquistar el título de los Juegos Asiáticos, de manera que celebró la victoria por más de un motivo.

Eso no lo salvó de lo que en Argentina llamaban “colimba”, pero el servicio se redujo a tres meses, que el jugador cumplió en 2020, en plena pandemia. Según la prensa asiática, Son fue distinguido por las fuerzas armadas de su país por su eficacia en el tiro. Con armas de fuego por supuesto.

EN LA COPA DEL MUNDO

Corea del Sur, dos veces rival de los celestes

Corea del Sur disputará en Qatar su décimoprimera Copa del Mundo. Desde 1986 no ha faltado a una fase final.
Su debut se produjo en Suiza 1954, cuando perdió los dos partidos jugados por goleada: cayó 9-0 con Hungría y 7-0 con Turquía. En este último encuentro, el árbitro fue el uruguayo Esteban Marino, a quien apodaban “Turco”. El abultado resultado originó bromas sobre el supuesto favoritismo del popular juez.
Los coreanos volvieron recién a los mundiales en 1986, cuando se entrenaron ante la Argentina de Diego Maradona.
En Italia 1990 fueron rivales de Uruguay en el último partido de la serie. Aquella tarde los celestes necesitaban ganar, pero el empate se prolongaba, hasta que el cabezazo de Daniel Fonseca en los descuentos significó la clasificación.
Cuando Corea fue anfitrión de la Copa, en 2002, llegó al tercer puesto. Su máxima colocación en la historia fue producto de la localía, de una preparación rigurosa y de una notoria ayuda de los arbitrajes.
La otra vez que superó la fase de grupos fue en 2010, cuando entró segundo en la serie de Argentina y se midió con Uruguay en los octavos de final. Luis Suárez abrió la cuenta. La ventaja pudo ser mayor, pero luego los coreanos reaccionaron y empataron a través de Lee Chung Young. Cuando todo parecía complicarse para los celestes, llegó el segundo de Suárez para avanzar a cuartos.
De su última campaña mundialista, en Rusia 2018, se recuerda el triunfo sobre Alemania, que completó el adiós anticipado de los campeones de Brasil 2014.

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