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Tener síndrome de Down no fue nunca un impedimento para que Agustina luchara por sus sueños. Hoy está al frente de una empresa familiar que gira en torno a la cocina y la música.
Agustina Quagliotti(23 años) siempre soñó con ser cantante. Llegó un momento en que quiso tomar clases de canto, pero sus padres, en una familia de cuatro hermanos, no se las podían pagar.
Fue ahí que apareció la abuela Iaia, que le enseñó una receta secreta para hacer la famosa chocotorta. Incentivada por toda la familia, Agus cocinó la torta y salió a venderla para juntar dinero para sus clases de canto.
Sin pensarlo, de manera muy informal, le estaba dando forma al emprendimiento que hoy la tiene al frente y que junta sus dos pasiones: la cocina y la música. De ahí el nombre Dulces Melodías, que se le ocurrió a su madre.
“Vimos que aprendía sobre los ingredientes, las recetas y las medidas para hacer la torta. Después sobre cómo decorarla, dividirla y cobrarla. Entonces empezamos a armar la propuesta, siempre como algo muy familiar”, cuenta Valentina, hermana de Agus que por ese entonces tenía 15 años.
El gran salto se dio cuando la invitaron a participar en Feria Máxima, en Kibón. “Fue un éxito. Vendimos varias cosas además de la torta. Ahí nos dimos cuenta de que tenía una trascendencia más grande y entonces empezamos el proceso de formalizar la idea como empresa”, recuerda Valentina.
Fue así que una amiga de Valentina diseñó el logo, la madre de Agus pasó a ocuparse del packing y la presentación de los productos, el padre –ingeniero agrónomo- comenzó a ayudarla en la cocina y Valentina –Licenciada en Ciencias de la Comunicación- se encargó de toda la parte comercial, de administración y legal de la empresa, entre otros roles que se fueron distribuyendo en la familia.
Agus, por su parte, consiguió su carné de manipulación de alimentos. Además ganaron un fondo de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación para proyectos sociales e inclusivos con el que alquilaron su espacio en Pocitos.
“Hoy es una empresa social inclusiva de gastronomía, pero también es una empresa familiar y artesanal que tiene como diferencial que es liderada por Agus, sus sueños y todo lo que ella es, más allá de su condición”, destaca Valentina haciendo alusión a que su hermana tiene síndrome de Down.
Valentina prefiere definirlas como “personas con desafíos”, aunque no se niega a hablar de discapacidad porque la inclusión está en la base de Dulces Melodías.
“Lo importante es que Agus siga aprendiendo y creciendo, como los jóvenes con discapacidad que tenemos la ilusión de seguir contratando generando más instancias de inclusión”, dice haciendo referencia a las acciones que llevan adelante en fechas especiales (ver recuadro).
“En Dulces Melodías hablamos mucho de desafíos, entendiendo que desafíos tenemos todos. Es nuestra forma de ver la inclusión, como algo que tiene que ver con respetarnos a todos cómo somos, con nuestras similitudes y nuestras diferencias”, agrega Valentina.
Galletitas, alfajores y una mini chocotorta
Dulces Melodías ofrece cuatro opciones a sus clientes: cajas de galletitas, cajas de alfajores, cajas mixtas o una mini chocotorta (la torta con la que todo empezó).
Los pedidos se hacen de lunes a jueves y se entregan los viernes por delivery.
También se hacen ediciones especiales con propuestas que Agus piensa para, por ejemplo, Pascuas, Día del Niño o Navidad. “La más linda para mí es la de Navidad, que contratamos a otros jóvenes con desafíos para que se sumen al equipo por una semana o unos días y nos ayuden con distintas cosas”, cuenta Valentina.
Agus también da talleres de cocina para niños.
Charlas inspiradoras para las empresas
Para las empresas se organizan talleres presenciales o virtuales, además de charlas inspiradoras en las que participan Agus y su hermana Valentina. “Tratamos de inspirar y contagiar sobre todo los conceptos de inclusión en las empresas”, dice Valentina.
Además se arman regalos empresariales diseñados a la medida de los clientes. Por ejemplo, cada vez que una empresa contrata a una persona recibe de regalo una caja de Dulces Melodías.
También se brinda el catering para eventos; antes de la pandemia era en forma presencial, ahora se arman cajitas o bolsitas individuales covid friendly.
La música.
“Enseñar, cantar, contar historias, cocinar. Es todo re divertido, pero lo que más me gusta es cocinar”, responde Agus cuando se le pregunta que es lo que más disfruta hacer en Dulces Melodías.
Empezó con la chocotorta, con la receta secreta que la abuela Iaia le enseñó cuando era chica. Hoy cocina galletitas, alfajores, trufas… y enseña a hacerlo en las redes, tanto en Facebook como en Instagram, donde se pueden encontrar muchos videos e información de Agus y su emprendimiento.
Mientras cocina le gusta cantar. “De todo un poco, pero mis canciones preferidas son las baladas. Me encanta Luis Fonsi y su tema No me doy por vencido”, cuenta a El País.
Y eso es porque la gastronomía no dejó atrás su sueño musical. Cuando Dulces Melodías tomó más forma y empezó a crecer, sumó a su equipo a Pilar Echeverry, la profesora de canto de Agus.
“Agus tiene clases semanales con Pili de canto y guitarra. Este año quiso innovar y aprender a tocar piano; ella misma se va poniendo nuevas metas y desafíos”, comenta Valentina.
La emprendedora pidió un piano de regalo y la familia hizo una colecta y se lo compró.
Su hermana destaca que Pilar ayuda a que Agus crezca en todo lo que es musical, que tenga la teoría y la práctica para manejarse en el mundo de la música y pueda así contar con su repertorio de canciones. Recuerda que profesora y alumna participaron, por ejemplo, en la previa de la gala del Premio Destacados, en el Teatro Movie.
Pilar además piensa y propone ideas para incluir la música en las actividades de Dulces Melodías. “Para Navidad propuso que mientras realizábamos la jornada de cocina les enseñáramos una canción a los jóvenes que participaron. Eso lo filmamos y lo incluimos en un código QR en una caja con productos”, cuenta Valentina.
Otra idea fue para contrarrestar los efectos de la cuarentena durante la pandemia. “Se le ocurrió que estaba bueno subir o recomendar canciones en las redes para acompañar a la gente en su casa”, acota.
También tuvo la idea de filmar un videotaller en el que Agus enseña a cocinar trufas mientras Pilar enseña a hacer ritmos con elementos de la cocina. Ese video fue parte de un kit que se obsequió a los niños de la Fundación Corazoncitos para el Día Internacional de las Cardiopatías Congénitas.
La gran novedad para este año es que la empresa va a hacer realidad un sueño prepandemia que quedó un poco postergado: abrir la academia de Dulces Melodías.
“Queremos que sea un espacio en el que, a través de los talleres de cocina y música, podamos generar un poco más de inclusión. La idea es ir de a poco y vamos a arrancar a fines de marzo con un taller de música para que la gente pueda sumarse y empecemos a contagiar el espíritu de Dulces Melodías también desde ahí”, anuncia Valentina.
¿Y cuál es ese espíritu? Una de las frases típicas de Agus lo define muy bien: “Sigan adelante, nunca se rindan y cumplan sus sueños”.
Los tres pilares de "Dulces Melodías"
SÍ, SE PUEDE: Es animarnos a hacer eso que nos apasiona, aunque a priori pueda parecer difícil. Y alentar a otros a que lo intenten. “De repente parecía imposible que alguien con discapacidad pudiera liderar un emprendimiento, cantar o cocinar y Agus es el ejemplo de que se puede”, destaca su hermana.
APRENDER HACIENDO: El proyecto es un espacio para “aprender” en el “hacer” y también de enseñar y contagiar a otros en el proceso. Valentina recuerda que Agus aprendía emprendiendo y no quieren que ese espíritu se pierda. También se trata de saber que está bien equivocarse e ir a nuestro ritmo.
PERFECTOS IMPERFECTOS: La imperfección es un ingrediente y un acorde central en Dulces... porque habla de lo artesanal, lo casero... lo real de lo que hacemos. Valentina dice que una bolsa con tres alfajores va a tener los mejores que pudieron producir, pero tan imperfectos como cualquier persona.
Down 5K: "Corré en el tiempo que puedas, como quieras"
La sexta edición de la Down 5K volverá a ser virtual como lo fue en 2021 por la pandemia del covid-19. Desde hoy 14 de marzo hasta el domingo 20 de marzo todos aquellos que se inscriban podrán elegir cómo, dónde y con quién correr esos 5 kilómetros a beneficio de la Asociación Down del Uruguay (ADdU).
“El objetivo principal de esta carrera es darle visibilidad al 21 de marzo, Día Mundial del Síndrome de Down, y generar conversación y ruido en torno al tema”, contó a El País Natalia Escalona en representación de la asociación.
Con los fondos recaudados lo que se hace es solventar las actividades que realizan durante todo el año en sus distintas líneas de acción, de las que sobresalen el apoyo al empleo y a los procesos educativos para niños y adolescentes.
“Además está el acompañamiento que les damos a las familias”, destacó Escalona.
Las inscripciones se realizan en cualquier Abitab del país o en redtickets.uy, con un costo de $ 400. Luego de inscribirse se puede pasar por la sede de ADdU (Minas 2046; de lunes a miércoles, de 14 a 18 horas, y de jueves a sábado, de 9 a 18 horas) a recoger el kit para la carrera, conformado por una remera y regalos de los sponsors.
Si bien el evento es virtual se plantearán algunos puntos de encuentro para reuniones chicas, tanto en Montevideo como en el interior del país.
La idea es que los participantes suban luego fotos a sus redes etiquetando o arrobando a ADdU.
En 2021 participaron 3.326 personas.