Gracias a la técnica del pop-up cumplió el sueño de crear tarjetas y marcalibros únicos

Mondo Pop-up

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Marcelo hace tarjetas tridimensionales donde la estrella es el Palacio Salvo, pero también hay de músicos famosos o escenas de películas. Además diseña objetos para Halloween y personajes para armar.

Marcelo Martínez (44 años) recuerda que cuando era chico se estilaba regalartarjetas de cumpleaños, de fiestas, de Navidad. A él le encantaba hacerlas, pero no quería que fueran como todas las demás, les buscaba una vuelta diferente. “Siempre hacía algo distinto, un poco interactivo”, cuenta.

Con los años esa costumbre se fue perdiendo, pero para él no habían desaparecido las ganas de ser parte de ese intercambio. “Con la gente que hablaba me decía que estaba buena esa sensación de entregar algo llamativo, que te sorprendiera; entonces decidí jugarme por ese lado, retomar algo para lo que había una necesidad que no estaba cubierta”, comenta.

Fue así que a fines de 2019 decidió conectar con su “pequeño yo” y salió al mercado con Mondo Pop-up, donde aplica una técnica de plegado de papel similar al origami. La aprendió en forma autodidacta, buscando información en YouTube y en libros, investigando y practicando mucho.

Con el tiempo lo complementaría con los conocimientos adquiridos en la carrera de Diseño Industrial, de la que lleva cursada la mitad. “Si bien no está directamente relacionada con el pop-up, te ayuda a formalizar mucho la parte de diseño y de producción, a diseñar pensando en producir”, explica.

La primera tarjeta que se animó a hacer fue la que a la postre se transformó en su buque insignia y que hasta el día de hoy es una de las más solicitadas: el Palacio Salvo.

“La idea era seguir agregando edificios icónicos del Uruguay y del mundo, hacer souvenirs más especializados, de diseño, y vendérselos a los turistas. Pero vino la pandemia y el turismo se detuvo”, recuerda.

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No se desanimó, había que reconvertirse o buscar otros públicos y fue por el lado de los marcadores de libro.

“No he visto en el mundo hechos así. La parte que asoma del libro es la que tiene pop-up, entonces generás un objeto que podés aplanar nuevamente para guardarlo. Y mientras estás leyendo ese libro tenés algo divertido que te espera cuando retomás la lectura”, señala.

Precisamente esa característica que tiene el pop-up de poder generar un volumen y luego devolverlo a una sola dimensión es la ventaja que Marcelo le encuentra para transformarlo en un regalo ideal para llevar en un viaje. “Llevás la escultura de un edificio plana, que no molesta, y luego la abrís y te queda un objeto decorativo. He visto mis objetos en más de una biblioteca como decoración, son algo más que una tarjeta”, destaca en diálogo con El País.

Para hacer frente a la pandemia también se le ocurrió crear tarjetas lúdicas o humorísticas con la mira puesta en los cumpleaños. Y para fechas especiales, como Halloween o Navidad, creó los Chitris, casitas en forma de pirámide que pueden ser rellenadas con papeles, dulces y diferentes tipos de sorpresitas. “Siempre sacando la parte infantil de la persona que lo va a manipular”, acota.

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Por ese camino va otra de las apuestas fuertes de Mondo Pop-up, que son los Tipes, personajes articulados que quien los recibe debe armar a partir de una plancha de papel troquelado sin necesidad de tijeras ni pegamento. Además invita a pintar, dibujar el personaje, hacer collage y aplicar cualquier técnica plástica. Si bien fueron pensados para los niños, Marcelo cuenta que también son muy consumidos por los adultos.

De todas formas nada lo aparta de aquella idea inicial con la que se lanzó al mercado. “Hace un tiempo retomé la línea de edificios que siempre quise que fuera el fuerte e hice el Teatro Solís. Y tengo más en el tintero para seguir agregando”, anuncia ya con la confirmación de que sus creaciones no solo atrapan a los turistas.

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El Palacio Salvo y Harry Potter los más pedidos

El Palacio Salvo fue su primera tarjeta y al día de hoy es la más popular. “Hay mucha gente fanática del Salvo, lo descubrí después de que saliera a la calle”, señala Marcelo entre risas.

Agrega que crearlo originalmente le llevó casi un año porque trató de optimizar lo más posible para que producirlo fuera eficiente. “La creación de una tarjeta puede llevar una semana, un mes... depende de la complejidad de la estructura”, explica sobre un trabajo que es fundamentalmente manual ya que todas las piezas van armadas a mano. “Se pueden hacer cosas muy complejas, pero de repente no son viables para vender”, aclara.

Otra de sus creaciones más requeridas es el autobús de Harry Potter. “Mucho de lo que hago aprovecha el abrir y cerrar del pop-up para generar movimiento. Por ejemplo, en la de Harry Potter se ve como el mago entra en el andén, una escena clásica de la película”, dice.

También hace trabajos a pedido, como la fachada del edificio del Banco de Seguros para alguien que trabajaba allí y se jubilaba o una escena de la película El joven manos de tijera que le demandó un estudio pormenorizado para ver cómo recrear una nevada.

Los motivos pueden ir desde artistas como Chayanne, Cerati o Freddie Mercury hasta la Sopa Campbell de Andy Warhol u Homero Simpson.

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Una técnica que tiene miles de años

Los libros pop-up más antiguos se hicieron en la Edad Media para facilitar la comprensión de los fenómenos naturales y religiosos. Uno de ellos fue un libro realizado a mano en 1250 por el monje benedictino inglés Matthew Paris para relacionar las estaciones y las fases de la luna con las fiestas religiosas.

Más famoso es el creado por el ocultista, escritor, filósofo y poeta de habla catalana Ramon Llull, el Ars Magna Generalis.

La popularidad les llegó en el siglo XVIII, gracias al editor inglés John Newbery, que comenzó a publicar fábulas para niños en formato pop-up convirtiéndose en objetos de culto entre las clases altas de Inglaterra y Francia.

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Dónde encontrar Mondo Pop-up

Tiene sitio web e Instagram. También está presente en el Museo Gurvich, el Castillo Pittamiglio, librerías (La Lupa, La Libélula, Moebius), tiendas (7 mm, Punto Arte) y la feria Ideas+.

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