Herrero: Un oficio que lucha por sobrevivir

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HISTORIA DE VIDA

Julio Olivares se dedica a la herrería artesanal procurando que su actividad no se extinga.

Hay quienes definen a los herreros como “los primeros técnicos de la raza humana”. El oficio existe hace casi 5 mil años pero la Revolución Industrial determinó que la demanda de su trabajo fuera disminuyendo hasta llegar a un presente en que se los considera una “raza en extinción”. A Julio Olivares poco le importó, se apasionó por la herrería cuando tenía 20 años y hoy con 48 años hace cinco que logró dedicarse exclusivamente a esta labor.

“Siempre trabajé en metalúrgica porque soy tornero mecánico. Hacía algunos trabajos de herrería, me gustaba mucho la artesanía y en un momento empecé a ver trabajos de forja que había por todos lados. Ahí dije ‘esto es lo que yo quiero hacer’, me encantó”, contó sobre el primer contacto con el oficio.

No le fue fácil encontrar quién se lo enseñara. Muy poca gente trabajaba como herrero, no había cursos y ya no quedaban maestros. Para colmo de males, los pocos que había se resistían a compartir su saber. “Las generaciones anteriores, por cuidar un poco su trabajo, no compartían y eso llevó a que el oficio prácticamente se extinguiera. Hay pocos países que lo han mantenido. Entonces tuve que empezar una búsqueda para redescubrir esas técnicas. Internet fue una gran herramienta”, recordó.

Con la ayuda de YouTube y un libro que consiguió, se armó su primera fragua y empezó a experimentar. “La fragua es el lugar donde se prende un fuego que funciona a carbón. Se inyecta aire para que ese carbón se avive y haya un calor suficiente para poner el metal, el hierro, el acero. Debe alcanzar una temperatura bastante alta hasta que el metal queda al rojo y ahí es donde se puede forjar. A esa temperatura se ablanda y a golpe de martillo y otras herramientas, sobre un yunque, se le da forma”, explicó el herrero.

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La herrería artesanal es lo que más le interesó a Julio y es a lo que le da prioridad.

Las herramientas básicas del oficio son, entonces, la fragua, el yunque, una tenaza y un martillo. Además, el propio herrero tiene la ventaja de poderse confeccionar sus herramientas.

Julio dijo que no es un oficio caro porque es muy poco lo que se necesita: “La fragua, algún martillo, alguna tenaza y un yunque que puede ser un pedazo de viga de tren, de riel. Está bárbaro para empezar y no es costoso, se consigue en cualquier chatarrería”.

La fragua, en tanto, se puede armar de varias maneras, con ladrillos, con hierro o incluso con gas. “Los cuchilleros, por ejemplo, trabajan mucho con gas. Yo prefiero el carbón; me siento más cómodo, es lo más tradicional y lo que me gusta rescatar, esa comunidad con el fuego. Uno lo va manteniendo, lo va avivando, lo va controlando. La fragua a gas, en cambio, está todo el tiempo prendida y hay que ir al ritmo de ella”, explicó.

Objetos decorativos: lo que más piden

Lo que más le solicitan los clientes son herrajes para puertas, bisagras, llamadores o mirillas de puertas. También elementos decorativos como ménsulas, apliques de luces o arañas, además de instrumentos para usar en la estufa, como atizadores o chisperos. “Siempre trato de incluir la forja en lo que hago para que sea algo vistoso, algo artístico, y salir un poco de lo convencional”, señaló Julio. Por lo general, hace trabajos por encargo. Los clientes le mandan un diseño, foto o dibujo de lo que quieren y en base a eso realiza el trabajo. “La ventaja que tengo es que, con los años, la gente ya me ha empezado a conocer”, destacó.

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Objetos de decoración es lo que más le gusta hacer y lo que le piden.

Legado.

Julio dicta talleres de tres clases básicas de entre cuatro y cinco horas cada una. “Enseño las técnicas que se pueden aplicar a cualquier rama del oficio de herrero: cuchillería, herrería artística, herrería de obra… Aprendiendo eso uno empieza después a practicar y dominar la técnica”, detalló.

Tuvo el privilegio de participar de un seminario de la Escuela de Herreros Ramón Recuero, de Toledo (España). Recuero, un maestro muy prestigioso del oficio, vino en 2018 a Uruguay y quedó el contacto para que regrese a fines de este año. “Me está apoyando mucho, a mí y a otros colegas”, destacó Julio.

Como pasa en el resto del mundo, en Uruguay no hay muchos interesados en hacer herrería y mucho menos mujeres, que es un grupo al que se busca conquistar ya que hay muy buenas herreras. “Hay inquietud, lo que pasa es que está la idea de que la herrería es del hombre. Este año he tenido varias consultas para anotarse en los cursos, pero no me han confirmado todavía”, señaló.

Agregó que cada vez hay más gente joven que se acerca y también jubilados buscando algo que hacer con su tiempo libre.

El objetivo es atraer a todos, no cerrarle la puerta a nadie, porque lo que quiere tanto Julio como sus colegas es que este oficio milenario siga perdurando en el tiempo.

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La fragua, yunque, martillo y tenaza son las herramientas básicas para trabajar.

Busca hacer artículos que ya no se ven

Julio Olivares (48) entró al oficio como un hobby, cuando tenía 20 años. Si bien hizo mucha herrería de obra durante mucho tiempo, lo que siempre le apasionó fue la herrería artesanal y desde hace cinco años vive de ella.
“Lo que más me gusta es todo el espectro de herrajes, casas antiguas, puertas...”, contó quien se dedica a la herrería de forja tradicional. “Trato de hacer de todo. Un poco lo que el tiempo libre me da, otro poco lo que los clientes me piden. Cuando tengo un rato libre siempre estoy tratando de hacer alguna cosa nueva. Esculturas no tengo muchas, pero a veces hago alguna. Además busco artículos de esos que ya no se ven más, que se fabricaban en la antigüedad y ya no hay y trato de hacer réplicas de eso”, apuntó.
Le gusta que la gente vea cómo eran esos elementos y le preocupa que las técnicas se vayan perdiendo con el tiempo. “Uno puede improvisar, pero a veces las técnicas son más sencillas si uno ve cómo se hacen y las comparte”, señaló.
“Hoy en día por suerte los colegas están dispuestos a compartir, ya sea por redes sociales o por encuentros”, dijo al referirse a las ferias medievales o encuentros que se organizan, sobre todo entre los cuchilleros, los más numerosos entre el grupo de herreros.
Además de los talleres que dicta en Ciudad de la Costa, donde vive desde hace nueve años, Julio trata de pasar su conocimiento en los videos que arma para YouTube o sus redes sociales (Facebook e Instagram).
También se lo puede encontrar en ferias artesanales, como es el caso de Ideas +, a la que volvió el año pasado, o la del Paseo La Pasiva de Piriápolis. De todas formas, aclara que solo le sirven como vidriera para promocionar su trabajo o los cursos, no vive de estar en ellas.

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Implementos para la estufa está entre lo más solicitado por la clientela.

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