Las juveniles y el rol fundamental que cumplen en el proceso

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Las selecciones juveniles de Uruguay le aportan cada vez más jugadores a la mayor. Foto: AFP.

A DOS AÑOS DE CATAR 2022

Uruguay marca tendencia en la formación: ¿Cuál es el perfil de futbolista que se busca? ¿Qué se le inculca a los jugadores? ¿Cómo se trabaja?

En sus comienzos, estuvo a cargo de armar el plantel de la Sub 15. “El maestro nos pide que busquemos jugadores que tengan la posibilidad de ser competitivos a nivel internacional y que les inculquemos los valores que él quiere para los futbolistas. Eso como parte fundamental para después conseguir otro punto clave: ser competitivos, que se destaquen y que sobre todo tengan proyección no solo ahora, sino también en el futuro”, le contó Diego Demarco a Ovación.

Templanza, experiencia y mucha personalidad son factores clave en el accionar del entrenador que debe afrontar un proceso complicado, pero muy enriquecedor para las dos partes.

La captación para la selección Sub 15 es un desafío. Se apunta a futbolistas de 13 y 14 años para trabajar con tiempo, pero a esa edad el adolescente vive muchos cambios deportivos y también personales.

“Ellos quizá no tengan claro qué va a pasar con su futuro, pero lo que es claro es que hoy disfrutan de jugar al fútbol y tienen presente que eso es lo que les gusta. Y ahí entra nuestro trabajo: captar, explicar que tienen que dejar muchas cosas de lado si quieren seguir este camino y visualizar que tengan condiciones y posibilidades deportivas para ser parte de este proceso”, explicó Demarco, agregando que “el técnico de la selección o colaborador va a los partidos de formativas y lo único que puede observar es el talento deportivo y, si se presenta una situación adversa, ver cómo responde con 13 o 14 años. También miramos algún aspecto disciplinario que es totalmente corregible a esa edad porque se busca la proyección también y hay muchos aspectos importantes”.

Y a la hora de conformar la lista de convocados tras observar a jugadores que compiten a nivel de la Asociación Uruguaya de Fútbol en Primera y Segunda División y también en los torneos de la Organización de Fútbol del Interior empieza otra parte del camino: la llegada al Complejo Celeste, ese lugar emblemático de la selección uruguaya.

“Los chiquilines llegan al complejo y es un momento muy lindo pero a la vez muy fuerte para ellos porque están de ojos abiertos mirando todo como deslumbrados. Pasan por los pasillos y ven cuadros de equipos, fotos de jugadores, se cruzan con el maestro y hasta saben que almuerzan en las mismas mesas que los jugadores de la selección mayor. Eso les choca y, a nivel deportivo, el jugador en esas primeras sesiones de entrenamientos no saca lo mejor de sí. Y para eso necesita una adaptación que con nosotros la tiene”.

Matías Viña con la camiseta de Uruguay durante el Sudamericano Sub 20. Foto: AFP
La Sub 20 de Uruguay se consagró campeona del Sudamericano Sub 20 en 2017. Foto: AFP

El factor timidez también dice presente en los Sub 15. Para eso, al llegar y en los primeras prácticas, en una actividad conjunta con el cuerpo técnico, psicólogos y hasta con la presencia de Tabárez, cada jugador se presenta con nombre y apellido, dice su edad, club y ciudad de procedencia.

“En cada proceso de selecciones juveniles, pero sobre todo en Sub 15, se trabaja también inculcando valores que el maestro nos traslada a nosotros. El respeto es el más fundamental. Saludar a todos apenas llegan al Complejo Celeste, si te sirven algo se saluda y se agradece. La gratitud es un valor que se transmite para que los jugadores lo incorporen y a esa edad a veces por timidez o costumbre no lo tienen incorporado”, explicó.

Otro aspecto que se trabaja con juveniles es el del celular. Las selecciones se juntan en el Estadio Centenario y van al complejo a entrenar. En el ómnibus el cuerpo técnico se hace con los teléfonos y los devuelve al regresar. En viajes internacionales se trata de llevar juegos de mesa para suplantar a los celulares durante el mayor tiempo posible y es algo que va por buen camino.

En cuanto a lo deportivo, hay una matriz de juego que rige para todas las selecciones y, en juveniles, el proceso puede llegar a conseguir que un jugador llegue a la mayor con cerca de 100 partidos internacionales y eso se traduce en experiencias, situaciones, convivencia y camaradería, todo dentro de un proceso que apunta a la formación integral de futbolistas con los valores desde abajo para ser competitivos y proyectarse a futuro para que el camino siga siendo la recompensa.

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