PRESENTE

De sanar, de eso se trata. Es el mensaje que ayer, después de dos días completos de conversaciones, trascendidos y opiniones cruzadas sobre el escándalo de la temporada en Hollywood, decidió lanzar la verdadera protagonista de todo este asunto.

Jada Pinkett Smith, que se había llamado a silencio desde que un chiste que Chris Rock hizo sobre su apariencia, en la última entrega de los Premios Oscar, generara una reacción violenta en su esposo, Will Smith, se volcó a Instagram para partir el silencio con la contundencia de pocas palabras. “Esta es una temporada para la sanación”, escribió, “y estoy en ello”.

Que la actriz haya elegido esa expresión, “healing”, que también puede traducirse como curación, le da una mirada transversal a esa figura de herida abierta que ha acompañado buena parte de su historia personal. La alopecia de la que ahora habla el mundo y por la que tuvo que hacer un proceso de transformación, interna y externa, es apenas el último capítulo contado de un recorrido con espinas.

Porque aunque es actriz, productora, directora, guionista y una entrevistadora solvente que logra charlas que dan que hablar con personalidades diversas, a menudo Jada Pinkett ha sido reducida al lugar de pareja de, o en el peor de los casos, “mujer de”, y a los aspectos más complejos de su vida íntima: las adicciones que sufrió y los altibajos en su vínculo con Will Smith, con quien hoy lleva una relación abierta. Las propias anfitrionas de estos Oscar —Amy Schumer, Regina Hall y Wanda Syke— bromearon sobre eso en vivo.

Su matrimonio de 25 años con Smith ha sido, siempre, de perfil muy alto, y en sus vaivenes amorosos el término “healing” ya había aparecido. En junio de 2020 lo usó en el programa Red Table Talk que conduce con su hija Willow y su madre, Gammy. Allí, junto a su marido y ubicada de alguna manera en el rol de invitada, confirmó los rumores de que había tenido un affaire con el cantante August Alsina y reconoció que Will había estado al tanto, aunque no como Alsina lo había declarado.

Entonces Pinkett habló de que la unión entre ellos era más profunda que lo que el resto se podía imaginar.

Alsina había asegurado que el ahora ganador del Oscar por Rey Richard le había dado la bendición a esta relación, algo que Pinkett negó explicando que, en verdad, lo que había querido manifestar era que él no había sido un “rompehogares” puesto que el matrimonio estaba separado en buenos términos. Entonces Jada agregó: “La única persona que puede dar permisos en tan particular situación, soy yo”.

Los Smith han explicado los términos actuales en los que funciona su pareja con mayor o menor detalle, pero tampoco hace falta. Ser famoso no implica tener que compartir con el resto cada detalle respecto a cómo se elige vivir puertas adentro. De hecho, una de las versiones que intentó cobrar fuerza post Oscar hablaba de un presunto viejo romance entre Pinkett y el propio Chris Rock. No se le dio mayor trascendencia pero alcanzó para que la palabra “cornudo” fuera tendencia en Twitter por horas. Así de letales son las redes y así se ha tratado a la actriz: sin mayor atención ni cuidado.

Pinkett Smith, a quien la revista Time incluyó en 2021 en su lista de las personas más influyentes del mundo, comenzó su carrera como actriz a principios de la década de 1990 con pequeños papeles en televisión. De allí fue directo al cine con películas como El profesor chiflado, Scream 2 y las tres últimas de Matrix. También estuvo en Colateral y en Ali, la película que le dio su primera nominación a Will Smith a los premios de la Academia.

Uno de sus mayores éxitos cinematográficos fue ser la voz de la hipopotama Gloria en Madagascar, un personaje por demás irresistible.

Su versatilidad va de eso a liderar una banda de metal, como hizo a comienzos de este milenio con Wicked Wisdom, donde atendía bajo un nombre artístico.

Y quizás por esa versatilidad es que en los últimos 10 años consiguió la parte más exitosa de su carrera, en formatos bien variados como la serie Gotham, las comedias taquilleras Magic Mike XXL y El club de las madres rebeldes, y el programa para Facebook Watch, Red Table Talk, por el que se ha ganado elogios en su rol de anfitriona. Consigue ese tipo de intimidad que saca a la luz aspectos interesantes de sus interlocutores, y algo de esa intimidad se le fue colando en sus formas, en el programa y en las redes, donde cada vez se habilita a hablar más de su privacidad.

En uno de esos espacios, su cuenta de Instagram, fue donde en diciembre de 2021 subió un video en el que dijo: “En este punto solo me queda reír. He estado lidiando con la alopecia”. Así reveló, en sus términos, algo del padecimiento que había atravesado a partir de un trastorno que le generó la pérdida de su cabello. Pero reírse de una misma poco tiene que ver con habilitar a otros a que lo hagan, menos en una transmisión televisiva mundial que, para el momento en que Chris Rock la utilizó como material humorístico, era vista por 16,6 millones de personas.

Lo que vino después es historia, una defensa masculina y agresiva que dejó en segundo plano a la verdadera protagonista, una mujer que, una vez más, afronta una temporada de sanación. Y en eso está.